lunes, septiembre 16, 2013

CUENTO CORTO / HISTORIA GRIS Y SIN SOMBRAS



Zapatos cómodos, jeans holgados. Nada que demuestre que aun es una mujer apetecible. Eso le podría traer problemas en casa.

Su cabello un poco alborotado; eso era algo con lo que ya no luchaba. Hiciera lo que hiciera, sus rizos jamas se quedarían quietos.

Así, distraída y con el morral descocido al hombro salió esa mañana a buscar trabajo.

Desde que él había perdido su empleo ella se había encargado de hacerle entender que era su turno de hacer algo por los dos. Pero su orgullo y los celos enfermizos que su esposa le generaban le impedían acceder a dicha locura.

Sólo la profunda depresión en la que él había caído logró hacerlo entender que no había otra solución.

Aquella mañana debía llegar con dinero a casa. La comida ya comenzaba a escasear y el casero no seguiría esperando más. Si no pagaban la renta a finales de ese mes se quedarían sin un lugar a donde ir.



Una vecina le había comentado acerca de una vacante en la empresa en la que ella trabajaba. Pero ¿qué diría si le preguntaban acerca de su última experiencia laboral?. Hacía tanto tiempo que no salía de su casa a enfrentar el mundo laboral que no pensó en ello y sólo se dejó llevar por la desesperación.


Había estudiado becada en una prestigiosa universidad pero antes de terminar su carrera se había enamorado de él y lo había abandonado todo. 

A pesar de lo que pasó luego que su familia, decepcionada, la echara de casa y le arrebatara los ahorros que había logrado reunir, aún le quedaban las buenas recomendaciones que hicieron de ella sus profesores y compañeros. Ese era su gran orgullo y el único capital que le quedaba para lograr darle un giro a su vida y a la de él.



Todos iban muy bien vestidos y calzados. Aunque no lo buscó, de alguna manera ella terminó por llamar la atención de las personas que deambulaban por aquella lujosa oficina.


Cuando al fin dijeron su nombre, caminó apresuradamente hasta donde estaban unos inmensos y confortables sillones; se sentó, abrió su morral descocido y sacó los pocos antecedentes que había podido reunir con el apuro y la ansiedad. Llena de orgullo los presentó a la persona que la miraba con cara de asco y que luego de observarlos sin darles la menor importancia, los arrumbó sobre un montón de otros que tenía sobre el escritorio.


- la llamaremos - le dijo sin mirarla y su corazón se encogió cuando presintió que su único orgullo iría a parar directo a un tacho de basura. 


Cerró los ojos y respiró profundo


-Gracias - respondió ella con una sonrisa triste.


Caminaba por el pasillo hasta el ascensor luchando con su morral para volverlo a colocar sobre su espalda cuando se sintió atraída hacia una oficina particularmente grande.


La puerta estaba entreabierta y desde su interior se lograba oír una fuerte discusión entre dos hombres. Uno de ellos permanecía sentado y callado mientras que el otro estaba de pie frente a él.


El primero no oía al que estaba de pie gritando y sólo seguía el caminar de la mujer que, sin proponérselo había fijado sus ojos en los de él.


Luego de unos segundos ella pareció despertar de un sueño y se sintió desnuda frente a la mirada inquietante de aquel hombre. Agachó la cabeza y sonrió mirando el suelo. Recordó las novelas que tanto la entretenía leer y ver en la TV durante sus largas tardes de soledad mientras lo esperaba a él que regresara de su trabajo.


-Tonta - pensó y continuó su camino hacia el ascensor.





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