El viernes salí con mis
amigas de la oficina. Un pequeño happy hour para terminar con unas semanas realmente
estresantes.
La llegada de los nuevos
hizo que se realizaran reestructuraciones a lo que es nuestro trabajo
rutinario, por lo que hubo días en que me vi realmente colapsada.
Félix, que así se llama el
rubio petulante, llegó dándoselas de jefe y lo peor es que le hicieron caso
cuando dijo que era necesario lo de los cambios.
Para ser sincera no estaba
equivocado. Era necesario tomar esa resolución al fin.
El punto, y lo dramático
de todo esto, es que yo ya se lo había hecho notar a los del "Olimpo",
pero nunca me hicieron caso. ¡Claro, como soy MUJER! Nunca nos toman en cuenta
a la hora de tomar decisiones importantes estos mal nacidos.
Y no hace más que llegar
este prototipo de galán y le empiezan a oler hasta los pedos.
Definitivamente cero feeling
con este tipo. Me pone nerviosa cuando me mira, es más, me molesta que lo haga,
me enfurece incluso que me dirija la palabra.
Hace unas noches atrás tuve
que quedarme hasta tarde trabajando en un proyecto.
Yo ya tenía mis planes y
me enfurecí cuando me dijeron que debía terminar la presentación si o si esa
noche.
Tenía tanta pena que me
acerqué hasta el ventanal que da hacia la calle.
Mientras intentaba retener
esa lagrima idiota que comenzaba a desprenderse de mis pestañas y miraba las
luces y la luna llena, sentí unos escalofríos tremendos que me recorrieron
entera. Al voltearme, me tope de frente con los ojos azules
de Félix que me observaban desde su oficina.
Debo haberle puesto mala
cara porque no dijo nada. Agachó la cabeza y volvió a entrar. Después de eso quiso llevarme hasta mi casa en su auto deportivo super lujoso y típico de fanfarrones mediocres e inseguros.
-Vamos sube, te llevo - Dijo muy altanero mirando hacia el otro lado
-No, gracias, ya pedí un móvil - puedes meterte el coche donde te quepa idiota- pensaba yo mientras lo miraba con rabia
El no insistió y se fue rápidamente... Más rabia me dio.. ¡Hacía frío! ¿por qué no insistió? ¡¡¡Ahhhh!!!
Así las cosas mis amigas
decidieron llevarme de copas a nuestro lugar de reunión after office para
sacudirme la mala onda.
Siempre vamos a esta
pequeña taberna, ahí se escucha buena música, hay un buen ambiente, buenos
tragos y lo mejor es que nadie de la empresa la conoce, por lo que nos
relajamos a gusto, hablando y riendo a destajo.
Pero eso había sido así
hasta este viernes, porque sucedió que llegaron los "New kids" más
uno de los gerentes del "Olimpo", con los que obviamente no
compartíamos este tipo de actividad.
Al verlos llegar tratamos
de disimular nuestra presencia pero el rubio de nuevo se percató que estábamos
ahí y se acercaron a saludar. ¡Horror!
Me comencé a sentir
incómoda y de inmediato quise irme del lugar. Esa extraña sensación de que te
están observando y luego se dicen cosas al oído y se ríen. Eso estaba haciendo
el parcito. Realmente algo muy desagradable.
Mis amigas también se
dieron cuenta así que optamos por marcharnos de ahí e ir a bailar tal vez a algún
otro sitio.
Lo malo fue que al irnos a
despedir, (porque "lo cortes no quita lo valiente"), el gerente, el
más grotesco de todos los hombres que he conocido alguna vez, nos invitó a que
los acompañáramos a ir a bailar a algún otro sitio.
Yo con esos tipos no voy
ni a la esquina. Además soy una tipa más bien de lugares piola, tranquilos,
como para gente como uno. Pero insistieron tanto que hasta pesado se puso el
weón, así que mis amigas al final accedieron, menos yo. Estaba tan molesta con
eso de las miraditas y el cuchicheo al oído que dije: -No gracias. Adios.-
Cuando ya estaba en la
puerta me tomó del brazo el moreno, se llama Bruno. Fue muy amoroso al pedirme
que por favor los acompañara. Me dijo que no me preocupara por el viejito
grotesco ese, ya que él estaría ahí para quitármelo de encima. Yo no pude
evitar sonreírle. Adivinó los motivos por los que en verdad estaba huyendo del
lugar y me hizo pensar que tal vez este chico podría ser de aquellos dotados
con intuición y asertividad, cosa que poco se ve en los hombres. Además me dijo
que quería comprobar si lo que le habían dicho acerca de mi era cierto.
-Ya, ¿y que andan diciendo
por ahí?- le pregunté coqueta
-No te preocupes sólo
cosas buenas-. Me respondió.
Me convenció con sus
ojitos risueños y salimos juntos del lugar. Me abrió la puerta muy galante y me
volvió a sonreír. ¡Casi me hago pis!
Fue muy divertido. Hacía
tiempo que no me sucedía que al entrar a una lugar sintiera encima de mí todas
las miradas masculinas (y algunas femeninas también, porque no decirlo). Eso me
subió el ego hasta las nubes. Después de todo, como dicen por ahí,
"Belleza es sólo cuestión de actitud", y mi actitud en ese momento
era de completa seguridad en mi misma, en mi cuerpo, en mis cabellos, en mis
manos, en mi forma de caminar.
Todo lo que aprendí en esa
terapia, a la que aun estoy yendo, lo puse en práctica al entrar y observar con
la cabeza bien en alto al resto de la concurrencia, que por la hora, aun no era
mucha.
No terminaba de acomodarme
en un rinconcito junto a mis amigas cuando un tipo bastante guapo me invitó a
bailar.
Me dije que era la ocasión
de zafarme de los pesotes, así que no me hice mucho de rogar, les pasé mi bolso
y abrigo a las chicas y me fui con el guapo a la pista a moverme un poco.
Bailé casi toda la noche con
él y otros más que por ahí se atrevían y me invitaban a bailar. De reojo podía
observar a un grupo de mujeres solas, nada de feas, que había en una mesa
cercana a la nuestra. Salían a bailar entre ellas y a todo el que se les acercaba
a invitarlas les lanzaban una mirada de furia de espanto, que a los pobres no
les quedaba otra que huir a refugiarse en una esquina y conformarse con sólo
mirar.
No las entiendo. Si están
comprometidas ¿qué de malo tiene que bailen con otro hombre que no sea su
pareja, si solamente van a bailar? Si no les gustan los hombres…mmm, bueno ahí
ya es un poco entendible, pero no parecían ser de ese tipo.
A mí me gusta ser admirada,
soy coqueta por naturaleza, a pesar de mis exageradas curvas.. (ejem...trato de no
pensar en ello) y no me ha ido mal hasta el momento. Al final es una la que pone
los límites; entonces, ¿por qué no pasarlo bien bailando con una persona que te
verá con ojos de deseo y sonrisa sensual? Que te tomará de la cintura y te
acercará a su pecho para abrazarte y hacerte sentir segura y que no dejará que
caigas ni tropieces mientras bailas? ¿Por qué algunas mujeres insisten en
creerse autosuficientes si en el fondo de su corazón sólo desean ser amadas por
un hombre, acariciadas, deseadas?
Bueno, mientras ellas se
hacían las duras yo lo pasaba regio. Hasta que le tocó el turno de bailar
conmigo a Bruno, el moreno de la sonrisa sensual… hasta que demostró ser un completo
imbécil.
Este me tomó
desvergonzadamente de la cintura y me aferró a su cuerpo para bailar una salsa.
¡Tiene un cuerpazo este muchacho! Lo malo es que andaba borracho. Con
hartos whiskys encima y lo noté un tantito "hot", lo que no
me gusta nadita. Un weón borracho es lo más matapasiones que hay, pero ellos
juran que matan. ¡Matan de pena, los pobres!
-Pero
¡déjame llevarte yo! - me reclamaba. ¡Pero si era él quien no se podía
mantener derecho!
-Mujer que me dejes
guiarte. ¡Yo soy el hombre! – me dijo. Yo lo miré molesta mientras luchaba por quitármelo
de encima. De pronto pensé que las minas duras de la mesa de al lado justamente
era a estos tipos a los que querían mantener alejados. Mmm. Me pasa por
confiada.
-Esta mina no se deja
llevar por nadie... ¡Está como una piedra. Fria y tiesa! - dijo
Bruno, dirigiéndose a todos los de la mesa. Entre ellos el rubio
petulante que no me quitaba los ojos de encima.
No pude evitar que se me
subieran los colores al rostro cuando sentí sus intensos ojos azules sobre mí.
Al final, terminé por darle una patada en las canillas al borracho y me fui
corriendo al baño. Intenté distraer mi atención y hacer como que nada había pasado
pero no podía. Esa mirada ardía o ¿fue idea mía?
Aproveché la ocasión para
descansar un rato. Cuando volví, en la mesa sólo estaba Félix, calladito. Me
miraba como raro. No entendía esa actitud de él. Andaba así desde que salimos
del pub, pero la verdad no quería que me importara en lo más mínimo.
No tuve tiempo de entablar
una conversación con él porque justo llegó el viejo repulsivo que me tomó de un
brazo y me tironeó a la pista de baile.
¡Otro borracho más! Luché
por quitármelo de encima. ¡Era un triunfo mantenerle las manos quietas a ese
hombre!
Cuando me quiso agarrar el
culo estuve a punto de darle una buena bofetada pero de la nada apareció Félix,
me tomó del brazo, me hizo dar una vuelta y no sé como ya estábamos en otro
lado de la pista.
-Gracias- le dije un poco
avergonzada. Él no respondió hasta después de un rato
-¿Estás bien?.- Lo miré
hacia arriba. ¡Por dios que alto es!
-Ehhh.. si, si.
Y eso fue todo lo que nos
dijimos. Hasta que, como en las películas, pusieron una música lenta y bajaron
aun más las luces.
-¡Horror!- tragué saliva.
-Este es el momento para escabullirme- pensé, pero sorpresivamente este Félix
me tomó de la cintura y me acercó hacia su cuerpo. Lo noté nervioso. Mis brazos
parecían mandarse solos y como si nada se instalaron alrededor de su cuello. Se
sentía muy cómodo estar así.
No sé, era como un
calorcito intenso y rico que me recorrió entera. Cerré los ojos como para
dejarme llevar por la música y por la tibieza de ese cuerpo, pero su celular
comenzó a sonar.
Ambos nos asustamos y
tomamos distancia. Mientras respondía la llamada me miró y me hizo señas para
que lo esperara. Lo hice, pero lo escuché que hablaba con su novia: "Si mi
amor, no mi amor, no te preocupes mi vida. ok, un beso."
Es igual a todos, me dije
y cuando él se volteó aproveché para ir a buscar mis cosas e irme del lugar sin
avisarle a nadie.
Realmente me sentía algo
extraña y quise ir a refugiarme pronto a mi apartamento.
Ay que esto se pone cada vez mejor.
ResponderEliminarMe voy a por otro!!
Besos