Salí de mi casa tarde aquella noche. Tomé un taxi que avanzaba lento por la avenida.
A los pocos minutos comencé a sentirme algo incómoda. Sentía sobre mí una inquietante mirada que provenía desde el espejo retrovisor. Yo trataba de mirarle de reojo y asegurarme que realmente era quien me imaginaba. Él usaba una sudadera muy similar a la que le conocía. Su voz, sí, se parecía, pero han pasado tantos años que podría haberla olvidado.
A los pocos minutos comencé a sentirme algo incómoda. Sentía sobre mí una inquietante mirada que provenía desde el espejo retrovisor. Yo trataba de mirarle de reojo y asegurarme que realmente era quien me imaginaba. Él usaba una sudadera muy similar a la que le conocía. Su voz, sí, se parecía, pero han pasado tantos años que podría haberla olvidado.
De repente, en un semáforo en rojo, apoyó su cuerpo en la puerta del auto y a la vez su codo en la ventanilla...Tomó su barbilla con la mano izquierda. ¡Era él!.
En ese momento me puse más nerviosa de lo que ya estaba y comencé a pensar que no podría ser real lo que me estaba sucediendo. Esas cosas sólo pasan en las películas o a los demás.
Cerré los ojos al atardecer que se dejaba caer por la cordillera, y en un instante estábamos, sin darme cuenta, en un lugar lejos de la ciudad y del ruido. Cuando me incorporé para ver que pasaba, él me observaba fijamente. No pude seguir esquivándolo. Al fin lo miré a los ojos y de inmediato saltó al asiento de atrás y se posó sobre mi, tan cerca que creí que me desmayaba.
Sus hermosos ojos verdes se clavaron en los míos. No dejaba de mirarme. No se cuanto tiempo estuvimos así. Yo no lograba emitir palabra, y creo que la angustia hizo que comenzara a rodar una lágrima por mi mejilla, la que al llegar a mis labios fue detenida por sus besos. No hubo palabras, no hubo reproches. Volví a sentir la tibieza de sus labios sobre los míos, su lengua volvía a explorar cada breve espacio de mi boca. Besó mis ojos, mi frente, mi nariz, mis orejas, mi cuello.
No quería abrir los ojos, sólo sentirlo, abrazarlo y aferrarlo a mi, a mis pechos desnudos entregados a su piel exquisita, a sus manos y sus caricias. Se agarró de mi cintura y comenzó a recorrerme con su lengua, mientras que a lo lejos escuchaba el sonido que emitía mi cuerpo que ya empezaba a descontrolarse.
Luego, una voz que me decía... -Señorita, ¿le sucede algo, se siente bien?-
Luego, una voz que me decía... -Señorita, ¿le sucede algo, se siente bien?-
Abrí mis ojos . Estaban llenos de lágrimas. Me sentía muy agitada. ¡Había sido todo tan real!.
-Estoy bien..¿ ya llegamos? - dije, volviendo a acomodarme en ese asiento.
Tímidamente me atreví a mirarlo de frente....Definitivamente no era él.
Creo que preferí que así fuera. No habría soportado su mirada acusadora, o el que no me hubiera reconocido. O peor aún... su indiferencia.
(Escrito 20/03/2009)