La tarde se asemejaba a su tristeza.
Las nubes comenzaban a inundar un cielo gris y el viento se colaba por las pequeñas rendijas de las ventanas sin cortinas.
En el sur siempre era así. Ahí no había estaciones del año muy diferenciadas. Siempre parecía ser invierno. La lluvia pocas veces cesaba de caer y el frío nunca amainaba. Pero el paisaje era hermoso. Sofía no podía dejar de ver como el viento soplaba y mecía los árboles de la calle ni tampoco quería dejar de disfrutar de la lluvia ni el frío que se calaba por su piel.
Había pasado mucho tiempo desde que Sofía había perdido las esperanzas de volver a saber de Amir.
En la ciudad, Miranda estaba muy mal, estaba sola. No estaba Amir, no tenía a su madre cerca. No tenía amigos ni más parientes.Las nubes comenzaban a inundar un cielo gris y el viento se colaba por las pequeñas rendijas de las ventanas sin cortinas.
En el sur siempre era así. Ahí no había estaciones del año muy diferenciadas. Siempre parecía ser invierno. La lluvia pocas veces cesaba de caer y el frío nunca amainaba. Pero el paisaje era hermoso. Sofía no podía dejar de ver como el viento soplaba y mecía los árboles de la calle ni tampoco quería dejar de disfrutar de la lluvia ni el frío que se calaba por su piel.
Había pasado mucho tiempo desde que Sofía había perdido las esperanzas de volver a saber de Amir.
-Sofía, mañana debo volver a la capital a finiquitar algunos asuntos en la facultad, ¿no te da susto quedarte sola?
-No Pedro, no te preocupes. Yo estoy bien. Además ya me he ido acostumbrando a estar conmigo.
Pedro la miró con dulzura y la abrazó fuertemente. Aun seguía pensando que el haberla llevado de vuelta a la casa de su infancia había sido la mejor decisión. A pesar de que ahí tampoco tenía los mejores recuerdos de su vida, al menos se alejaría de Miranda y de su molesta presencia. Ésta, luego de haber salido libre de la acusación por complicidad en el asesinato de la madre de Amir, había volcado toda su rabia contra Sofía y no dejaba de acosarla en la facultad.
- Hermanita, prometo volver lo antes posible - le dijo, sintiendo una extraña presión en el pecho
Pedro la miró con dulzura y la abrazó fuertemente. Aun seguía pensando que el haberla llevado de vuelta a la casa de su infancia había sido la mejor decisión. A pesar de que ahí tampoco tenía los mejores recuerdos de su vida, al menos se alejaría de Miranda y de su molesta presencia. Ésta, luego de haber salido libre de la acusación por complicidad en el asesinato de la madre de Amir, había volcado toda su rabia contra Sofía y no dejaba de acosarla en la facultad.
- Hermanita, prometo volver lo antes posible - le dijo, sintiendo una extraña presión en el pecho
- Ve tranquilo que yo estaré bien.
- Ya sabes que no debes abrirle la puerta a nadie. El teléfono... no olvides mantenerlo cargado y...
- ¡Hey! si ya no soy una niña. Anda ve tranquilo que se cuidarme.
- Si lo se, lo se. Es que me preocupas. Tu sabes. Aquella persona... no sabemos si...
- ¿No crees que sería el colmo de la mala suerte que se apareciera justo ahora? No Pedro, olvídalo. Esas cosas sólo pasan en las novelas.
Sofía le sonrió y luego le acercó la maleta.
- Ve tranquilo ya y vuelve pronto.
Pedro salió de la pequeña casa. Hacía mucho frío y la lluvia a ratos era muy intensa. Al cabo de unos pocos metros volvió la mirada hacia su hermana quien todavía lo observaba desde el umbral. No quería dejarla sola por muchos días. Sabía que su ex novio aún vivía en el pueblo y que había vuelto a salir de la cárcel después de la enésima acusación por abusos e intento de homicidio contra una de sus parejas de turno.
No le quiso contar nada de eso a Sofía para no asustarla. Confió en que muy pocos amigos sabían que estaban ahí y que después de tanto tiempo transcurrido Pablo no volvería a buscarla.
- Ya sabes que no debes abrirle la puerta a nadie. El teléfono... no olvides mantenerlo cargado y...
- ¡Hey! si ya no soy una niña. Anda ve tranquilo que se cuidarme.
- Si lo se, lo se. Es que me preocupas. Tu sabes. Aquella persona... no sabemos si...
- ¿No crees que sería el colmo de la mala suerte que se apareciera justo ahora? No Pedro, olvídalo. Esas cosas sólo pasan en las novelas.
Sofía le sonrió y luego le acercó la maleta.
- Ve tranquilo ya y vuelve pronto.
Pedro salió de la pequeña casa. Hacía mucho frío y la lluvia a ratos era muy intensa. Al cabo de unos pocos metros volvió la mirada hacia su hermana quien todavía lo observaba desde el umbral. No quería dejarla sola por muchos días. Sabía que su ex novio aún vivía en el pueblo y que había vuelto a salir de la cárcel después de la enésima acusación por abusos e intento de homicidio contra una de sus parejas de turno.
No le quiso contar nada de eso a Sofía para no asustarla. Confió en que muy pocos amigos sabían que estaban ahí y que después de tanto tiempo transcurrido Pablo no volvería a buscarla.
Como nunca había aprendido a relacionarse con la gente, a no ser siendo prepotente y mal educada, nadie sentía siquiera un poquito de lástima por ella. Seguía asistiendo a la facultad pero no iba a estudiar. Iba en busca de compañía.
Pedro continuaba siendo muy popular entre los estudiantes. Sobre todo después de lo ocurrido con su hermana y con Amir. Todos sabían algo de la historia y al verlo llegar de vuelta muchos se le acercaron a saludar con aprecio y a preguntar por Sofia.
- Hola amigos Que felicidad volver a verlos
- Cómo has estado
- Bien, bien gracias
- Y tu hermana ¿cómo está?
- Bastante mejor. Gracias
- Pucha Pedrito. Siento tanto lo que le sucedió. Ella no se lo merecía.
- Está bien. Ya pasará.. Todo pasa ¿no?
- Oye y supiste que la tal Miranda sigue viniendo a la Facultad
- Pobre, da lástima.
- ¿Por qué da lástima? - pregunto Pedro intrigado-
- Porque se nota que anda buscando amigos y nadie la pesca
- Pero si es tan pesada
- Jajaja Siiii
- Mira - dijo uno - ahí anda
Pedro la miró y no pudo dejar de compadecerse por por ella. Andaba muy mal vestida, desordenada, hasta parecía que no se bañaba hacía días. Él siempre la había visto como una de las chicas más lindas de la Universidad, pero como era tan desagradable no se daba vuelta a mirarla dos veces.
Miranda se percató que la observaban y reconoció al hermano de Sofia en el grupo. Se asustó y quiso salir corriendo pero Pedro la alcanzó a tomar del brazo suavemente.
- Espera, no huyas, si no te haremos daño - dijo Pedro, mirándola directamente a los ojos mientras ella bajaba la mirada y callaba.
- Pero Pedro ¿qué haces? - dijeron sus amigos - Esta mina le cagó la vida a tu hermana
- ¿Pueden dejarnos a solas por favor? - pidió él, sin apartar la vista del frágil cuerpo de Miranda.
El grupo se disolvió rápidamente, sin entender esta actitud extraña de su amigo.
- ¿Cómo has estado? - dijo él con voz dulce
- Mal. Pero a ti que te importa sucio bastardo - respondió Miranda gritando y poniéndose a la defensiva
- Uy niñita. Seguimos siendo la misma. Tranquila. Si no te voy a hacer nada. Solo quiero conversar.
- ¿Y de que querrías conversar tu conmigo? ¿De tu hermanita querida? Debes saber que me importa un bledo lo que pase con ella
- Si me lo puedo imaginar... ¿Y que te importa o quien te importa? .
Miranda se quedó sin poder contestarle. Se sintió incómoda y desnuda ante esa mirada que la hacía sentir muy extraña y quiso salir huyendo nuevamente.
- Eh! No te vayas aun. Me gusta mirarte.
- Idiota - respondió Miranda, marchándose corriendo hasta alejarse del todo de la mirada de Pedro.
Él, mientras la veía correr, pensaba que era la primera vez que la tenía tan cerca. Quería creer que en el fondo no debía de ser una mala persona.
Sofia mientras tanto, está sola en casa, escuchando música, leyendo, tratando de distraer sus pensamientos para no soñar con que en cualquier momento entra Amir por aquella puerta para rescatarla de su pena y soledad.
Sueña que nuevamente está adormecida entre sus brazos, respirando su piel y bebiendo de sus labios.
Cerró los ojos dejándose abrigar por el calor que emanaba del hogar, el mismo que la transportaba a su sueño favorito; el de estar nuevamente junto a él, de volver a tenerlo cerca de ella, de volver a besarlo, tocar su boca con sus dedos para que el juguetee con su lengua y la bese. La tome por su cintura y la eleve para aferrarla fuerte contra su cuerpo.
Pero un golpe seco en la puerta la despertó bruscamente.
Se desperezó rápidamente- Debe ser la vecina que me viene a dejar el pancito amasado calentito - pensó, mientras se acercaba a la puerta sonriente, cubierta hasta la cabeza con una colcha vieja.
- ¡Hola! Pero que gusto saber que me esperabas tan contenta
Sofia sintió hielo correr por su espalda. Sus piernas le flaquearon y aquellas viejas heridas volvieron a escocer como hacía mucho tiempo no lo hacían.
Sofia sintió hielo correr por su espalda. Sus piernas le flaquearon y aquellas viejas heridas volvieron a escocer como hacía mucho tiempo no lo hacían.
- Hola - respondió Sofia titubeando
La puerta ya estaba abierta. Sabía que no podría cerrarla y esconderse para pedir ayuda. Lo mejor será enfrentarlo, pensó. Mientras Pablo bloqueaba la entrada con su pie.
Sam Mezylv
(Escrito 07/05/2010)
La puerta ya estaba abierta. Sabía que no podría cerrarla y esconderse para pedir ayuda. Lo mejor será enfrentarlo, pensó. Mientras Pablo bloqueaba la entrada con su pie.
Sam Mezylv
(Escrito 07/05/2010)
Continuará