Mike y Alejandro se sintieron como unos niños cuando corrían subiendo aquellas interminables escaleras que los llevaría, pensaban, hasta los brazos de sus amadas.
Al entrar en la habitación, Consuelo aun sollozaba tirada en la cama mientras, Rosario intentaba calmar sus heridas del cuerpo ya que las del alma, esas que nos parten en dos, al parecer necesitarían mucho más tiempo para sanar.
Alejandro creyó que moriría si aquella hermosa mujer que tenía frente a sus ojos no lo volvía a mirar nuevamente como hacía pocos días antes lo había hecho.
Ella dijo que lo amaba y aquel sentimiento no podría acabar de la noche a la mañana.
- Han sido tantos años pensando en que jamás me podría mirar como lo hizo – Pensaba Alejandro al acercarse tímidamente hasta donde ella yacía con la mirada triste, perdida y muy confundida –
-¡Fueron tantos años deseando oír de sus labios un “te amo”!. ¡Cuántas noches desee tener entre mis brazos su cuerpo, besar esa boca, acariciar sus cabellos… Hacerla mía del todo. Completamente!.
Ahora no podía desistir. Alejandro sentía que estaba a punto de lograr la tan ansiada felicidad junto a la mujer que siempre amó. No estaba dispuesto a perderla nuevamente ya que esta vez podría ser para siempre.
Rosario, al ver entrar a Mike, recordó aquel beso de despedida que le había dado hacia unas pocas horas antes. Ese beso que la hizo estremecer pero que a la vez no supo interpretar. El siempre se había mantenido tan distante de ella. Como si le temiera.
Rosario sentía que podría llegar a amarlo aunque no fuera el hombre poderoso con el que siempre soñó. Aunque no le diera una gran mansión donde vivir, ni una elegante limusina con chofer a su disposición. Mike le podría dar mucho más que eso. Tan solo con saberlo cerca, ella se sentía protegida, mimada, consentida, tal vez incluso… amada.
Pero él la desconcertaba. Un día le hace el amor con una pasión desconocida para ella hasta ese momento y al otro la deja sola, abandonada. Luego la levanta por los aires con un beso mágico para nuevamente desaparecer de su mirada.
Ahora, ahí estaba nuevamente. Frente a ella mirándola con esos ojos azules que tanto le gustaban. Entendió que no debía interrumpir la conversación que mantendrían su amiga y Alejandro y prefirió salir del lugar.
-Con permiso – dijo Rosario bajando la mirada al pasar por el lado de Mike
-¿Donde vas? – le alcanzó a gritar él antes que saliera de la habitación y decidió seguirla cuando no recibió respuesta a su pregunta
-¡Amigo! Nos vamos en 5 minutos eh – le dijo a Alejandro antes de cerrar la puerta tras de si e ir a alcanzar a Rosario que ya se perdía por las escaleras bajando hacia el salón.
Alejandro, silenciosa y lentamente se sentó en un costado de la cama en la que Consuelo yacía con los ojos aun llorosos.
Estaba algo pálida, sus labios estaban rojos de tanto que se los iba mordiendo mientras volaba desde el escondite de los mafiosos hasta la mansión del duque.
Alejandro percibió una leve mancha se sangre en la comisura de sus labios y decidió quitársela con una caricia de su mano. Ella lo esquivó con rabia, sin mirarlo. Sabía que si lo hacía volvería a caer en sus brazos y esta vez estaría perdida; por que no soportaría saber que es un asesino. Lo había visto matar a un ser humano, estába metido con la mafia y con las drogas y quien sabe que otras tantas cosas turbias le estaba ocultando.
Ya no quería volver a sufrir por un hombre. Max la había traicionado de la peor manera. El hombre en quien confiaba más que en nadie en el mundo. A quien estaba dispuesta a perdonar y volver a su regazo, a la sensación de protección que él le daba. Aquel hombre ya ni siquiera lo era ante sus ojos. La había herido tanto en su amor propio que ya no daba más y solo quería despertar de aquella pesadilla horrorosa en la que se había metido desde aquella noche en que volvió a ver al hombre que siempre le quitó el sueño. Al que nunca pudo olvidar del todo. Ese pequeño niño que una vez la hechizó con su mirada tierna y juguetona pero que ahora era todo un desconocido.
Consuelo ya no daba más con su alma.
Alejandro alejó su mano de su pequeña boca con el corazón hecho polvo. No podía soportar su rechazo
-Nada es lo que parece pequeña – dijo con voz profunda y temblorosa
-Si estoy aquí es por ti, porque te amo más que a nadie en el mundo y deseo verte feliz. Si hice lo que viste fue por ti. Me volví loco al pensar que ese tal Rony te podría haber hecho daño – Alejandro apretó con fuerza sus puños al recordar aquella escena.
-Si me amas, como dijiste hace un rato atrás, debes creerme y confiar en mí.
Alejandro esperó alguna respuesta de parte de ella. Una mirada, una sonrisa, pero nada. Consuelo no salía de su ensimismamiento. Estaba quieta y callada mirando hacia ninguna parte.
-Debo irme – dijo al fin – Es necesario atrapar a los que te metieron en todo este lio. De no ser así, esta historia nunca terminará y siempre estarás en peligro.
Alejandro adelantó su mano hasta la de ella para acariciarla pero se contuvo. No soportaría otra indiferencia de su parte.
-Adíos – dijo, levantándose de la cama - Nunca olvides que te amo y te amaré siempre
Luego salió de la habitación sin mirar atras para no enterarse de que tal vez ella no lo miraba y tampoco lo escuchaba. Pero Consuelo si lo miró cuando el salía del lugar.
Luego salió de la habitación sin mirar atras para no enterarse de que tal vez ella no lo miraba y tampoco lo escuchaba. Pero Consuelo si lo miró cuando el salía del lugar.
Su corazón palpitaba a mil por hora y su respiración era cada vez más agitada. Quería creerle, necesitaba creerle.
Rosario en tanto no alcanzó a llegar hasta el salón cuando Mike la tomó de un brazo fuertemente para detenerla. Ella se asustó por la brusquedad de la acción, pero luego, cuando el la acercó a su cuerpo para olerla, para abrazarla, para sentirla cerca y despedirse, todos sus temores se esfumaron.
-My sweet baby… Ohhh, my sweet baby. How I can forget you? – le decía, al tiempo que la abrazaba acariciando su rostro y sus labios.
Rosario no entendía mucho inglés por lo que decidió que era mejor quedarse callada.
-Quiero que sepas que pase lo que pase siempre te llevaré en mi corazón. No se por qué, pero te convertiste en aquella mujer que siempre quise y que nunca busqué. Mi vida esta llena de penas y dolores. No soportaría tener uno más. ¡No te metas más en mi vida por favor!. No podría soportar que me….
En ese momento Alejandro pasó corriendo por el lado de ellos. A Rosario le pareció que iba llorando porque se llevó una mano a la cara como para secarse las lágrimas.
-¡Adios! – se despidió Mike con un leve beso en la mejilla, aunque todo su cuerpo luchaba por lanzarse sobre aquella boca que tanto deseaba volver a besar.
Oh, Alejandro me ha partido el corazón. Verlo así, lo destrozado que está ha sido... Espero que Consuelo recapacite.
ResponderEliminarSandra, que me encanta tu historia, me tiene atrapada esta trama.
Perdona, que aún no subí el premio que me diste, es que tengo unos cuantos atrasados y no he tenido mucho tiempo.
Un beso