Ella no tenía
nada más que sueños
albergados dentro de
un corazón aventurero
Sus rutas las dibujaban
Las estrellas de cielos
oscuros
Sin luna y sin miedos.
Ella no conocía
De domingos de iglesia
O desayunos sentada
a una mesa
Era, simplemente,
otra okupa acurrucada
en una rincón
de aquella bóveda estrellada.
Él solía acompañarla
en sus paseos junto a la
ribera del río.
Le gustaba observar
su inocencia desnuda
y acariciar con su mente
la flor desteñida de
aquella tierna boca transparente.
Él soñaba con besarla
y robar de aquella piel
ese perfume que lo hacía
estremecer.
Ella, un día se marchó.
Debía continuar
haciendo la ruta de sus sueños.
Sabía que más allá de los puentes
se escondía algo más
que los fantasmas que la acechaban.
Se armó con sus ropas
de amor propio
y aquel manto
de intocable
que sólo cubre
a los fuertes que no
han tenido otra elección
que tener que serlo...
Él no pudo alcanzarla.
Su alimento era blanco
y sus huellas pesaban.
Sam Mezylv
lunes, abril 28, 2014
viernes, abril 25, 2014
REALIDAD SIN ESPERANZA / VERSOS Y POEMAS
Son virtudes de un dios que me amenaza.
Un devenir de ilusiones que no me alcanzan
Son la fe, el amor y la esperanza
las razones por las que el corazón de un hombre
se llena de venganza
Son hermanas de un sueño que se escapa
vestido de verde hacia el altar
Va sonriendo y es hermosa
Yo la observo desde la oscuridad
Hoy toda esperanza ha muerto
Su boca le pertenecerá a otro
No necesito la realidad
Trae su cuello desnudo
y dos alas que esta noche
la llevarán conmigo desde este lugar.
miércoles, abril 23, 2014
SÓLO ABRÁZAME / 12. SÓLO ABRÁZAME
Pedro la observaba mientras Miranda mantenía sus ojos cerrados y la sintió frágil y débil, como una muñeca de porcelana. No pudo ni quiso evitar tomarla entre sus brazos y acercarla hacia él. La sintió rígida y pesada. Tenía los brazos cruzados en frente de su pecho y continuaba con los ojos cerrados.
-Miranda, ¿qué te pasa? ¿Estás bien?. Mírame, soy yo. Abre los ojos.
Pero Miranda no lo hizo, en cambio, continuaba tensa entre los brazos de Pedro y pronto una lágrima comenzó a recorrer su mejilla.
Por su mente comenzaron a danzar las imágenes de Olivia y sus manipulaciones. Del asesinato de Katty. La sangre, y todo lo que se vino luego de la confesión del padre de Amir.
Ella no se había querido detener a pensar en todo eso. Sabía que toda la poca fuerza que aun la mantenía en pie se vería aniquilada y se vendría abajo. Debía ser fuerte. Estaba sola.
Pero ahora estaba aquel hombre frente a ella. Tan guapo, tan cálido y tierno que no sabía qué hacer con sus emociones. No las lograba contener y sentía que sólo debía ser ella misma. Una persona que no conocía realmente pero que ya iba siendo tiempo de darle una oportunidad de salir de ese caparazón que la había protegido del mundo que Olivia le había enseñado y que era el único que conocía.
Por su mente comenzaron a danzar las imágenes de Olivia y sus manipulaciones. Del asesinato de Katty. La sangre, y todo lo que se vino luego de la confesión del padre de Amir.
Ella no se había querido detener a pensar en todo eso. Sabía que toda la poca fuerza que aun la mantenía en pie se vería aniquilada y se vendría abajo. Debía ser fuerte. Estaba sola.
Pero ahora estaba aquel hombre frente a ella. Tan guapo, tan cálido y tierno que no sabía qué hacer con sus emociones. No las lograba contener y sentía que sólo debía ser ella misma. Una persona que no conocía realmente pero que ya iba siendo tiempo de darle una oportunidad de salir de ese caparazón que la había protegido del mundo que Olivia le había enseñado y que era el único que conocía.
-¿Qué te pasa? ¿Te he hecho daño?
- No me sueltes por favor
Le suplicó Miranda
- No me sueltes... Sólo abrázame.
Susurró ella, pegando su cuerpo al de él, tan fuerte que casi queda sin aliento.
Le suplicó Miranda
- No me sueltes... Sólo abrázame.
Susurró ella, pegando su cuerpo al de él, tan fuerte que casi queda sin aliento.
Pedro la aferró hacia él y comenzó a acariciar su espalda por sobre la bata hasta que Miranda comenzó a alzar los brazos para colgarse de su cuello y apoyar su cabeza en sus hombros para llorar despacio, muy bajito.
-Llora niña
Le dijo bajito al oído
- Llora, muñequita de porcelana. Pronto verás que ya no estás sola.
Le dijo bajito al oído
- Llora, muñequita de porcelana. Pronto verás que ya no estás sola.
Luego de un rato la tomó en sus brazos para llevarla hasta el dormitorio. No quiso dejarla sola y se recostó a su lado para acompañarla. Ella cayó rápidamente en un profundo sueño de esos que no recordaba que podía tener. Se sentía tibia, calmada y tan protegida que no quería despertar.
Al amanecer sonó el teléfono de Pedro.
- Hola.. Sí, ¿quien habla?
- ¡Pedro! Pedro por favor vente luego... ¡Sofia!
- ¡Quien es!
- Soy Amir. Pedro por favor llega pronto, Sofia esta sola en el hospital
- ¿Qué le pasó? ¿Qué le hiciste?
- ¡Yo nada! por Dios. Por favor yo no puedo estar con ella ahora, ¡Pedro ven pronto por favor!
- ¡Hola! Amir ¡Amir!
- ¿Qué sucede? - preguntó Miranda mientras veía que Pedro se vestía rápidamente y salía de la habitación sin prestarle mucha atención.
- Pedro, dime por favor qué sucede. No me dejes así
- Perdóname. Debo irme. Algo sucedió. Sofia está en el hospital.
- Pedro, dime por favor qué sucede. No me dejes así
- Perdóname. Debo irme. Algo sucedió. Sofia está en el hospital.
- ¡Pero como!
- No lo sé. Era Amir
- ¿Amir?. Pero si estaba loco por volver a verla
- Me voy Miranda. Nos vemos
- Espera ¿en que te vas a ir?
- En bus, no se, lo que pase primero
- No seas tonto yo te llevo. Llegaremos más rápido. Vamos
Pedro se sorprendió por la actitud de Miranda y se la quedó mirando extrañado.
- No me mires así. Es solo que quiero saber que le pasó a Amir.
- Sí, claro. A Amir - pensó Pedro mirándola de reojo mientras la observaba cuando se vestía y se arreglaba sus cabellos en una cola. Miró su cuello desnudo y tragó saliva
- No Pedro. Ni lo sueñes. A ella sólo le interesa Amir. ¡Qué mierda tiene ese flacucho que todas lo prefieren a él! - pensaba, mientras abría la puerta del apartamento para dirigirse hasta el jeep de Miranda.
- Sí, claro. A Amir - pensó Pedro mirándola de reojo mientras la observaba cuando se vestía y se arreglaba sus cabellos en una cola. Miró su cuello desnudo y tragó saliva
- No Pedro. Ni lo sueñes. A ella sólo le interesa Amir. ¡Qué mierda tiene ese flacucho que todas lo prefieren a él! - pensaba, mientras abría la puerta del apartamento para dirigirse hasta el jeep de Miranda.
Al llegar al hospital Pedro preguntó por su hermana y una pareja de policías se acercó a hablar con él.
- ¿Usted es el hermano de la señorita Sofia?
- Si, Dígame por favor que ha sucedido. ¿Cómo está ella, donde está?
- Tranquilo. Ella ya está recuperándose. Unos desconocidos fueron encontrados dentro de su casa y...
- ¡Qué, cómo, Quien!
- Cálmate Pedro por favor - interrumpió Miranda al verlo desesperado. Tomó su mano y habló...
- Escuchemos que más tiene que decir el oficial
- Cálmate Pedro por favor - interrumpió Miranda al verlo desesperado. Tomó su mano y habló...
- Escuchemos que más tiene que decir el oficial
- La verdad que no sabemos mucho. Sólo que un hombre entró y quiso abusar de ella.
Pedro se agarraba la cabeza con las dos manos, mientras Miranda trataba de contenerlo.
- ¡Es mi culpa. La dejé sola!
- No Pedro. Por favor no te culpes - dijo Miranda.
- Dígame que está bien por favor - Exclamó Pedro
- No se preocupe, ella ya está mejor. Aun en estado de shock. Necesitamos una declaración. Tenemos a dos personas detenidas. Las dos se culpan y la confesión de su hermana es primordial.
- ¿Quienes son? - pregunto Miranda
- Uno dice ser el novio, Amir "algo", dice que se llama y el otro...
- ¡Amir! Si él es el novio. ¿Donde está? - Preguntó Pedro
- En la comisaría. No lo podemos liberar. El otro hombre está muy grave. Casi lo mata a golpes.
-¿Amir? ¿A golpes? - exclamó Miranda - Pero si él no es capaz de matar ni una mosca
- Si señorita, casi lo mata y puede que se le acuse de intento de homicidio. Por eso es muy necesaria la confesión de su hermana señor
- Dígame donde está ella por favor.
- Sígame, por aquí.
- Pedro, yo voy a ver a Amir. Debe estar desesperado. Nos vemos
Pedro no dijo nada. Solo la veía partir destrozado por la pena de sentirse culpable por no estar cuando su hermana más lo necesitaba.
- ¡Amir! - Exclamó Miranda al verlo al fin en aquella celda sucia, húmeda y oscura.
- ¡Miranda! - Respondió él, abrazándola fuerte
- ¿Cómo está Sofía, Supiste algo de ella? Por favor dime que está bien
- Si Amir. Ella está bien
- Todos preocupados por esa ... - pensaba Miranda cabizbaja mientras se acercaba hasta donde se encontraba Amir - Pfff!! ¿Qué le vieron?
- Todos preocupados por esa ... - pensaba Miranda cabizbaja mientras se acercaba hasta donde se encontraba Amir - Pfff!! ¿Qué le vieron?
- ¿No me mientes?
- No, vengo del hospital. Allá quedó Pedro. Los médicos dicen que sólo está en estado de shock pero que con la ayuda de su hermano debiera salir pronto de eso.
- ¡Es mi culpa! Por qué no llegué antes. Ese animal no se habría atrevido a acercársele
- No te culpes, por favor. Pero cuéntame qué sucedió.
Entre tanto Pedro tomaba la mano de Sofia mientras ella yacía inconsciente aun en aquella cama de hospital.
- Hermanita, por favor, perdóname
- ¿Pedro?.. - reaccionó Sofia
- Sofía.... Doctor. Doctor
- ¿Estás bien? Por favor dime que esa bestia no te hizo daño
- ¿Qué cosa? ¿De qué me hablas? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué sucedió?
Sam Mezylv
(Escrito 11/05/2010)
Sam Mezylv
(Escrito 11/05/2010)
Continuará
martes, abril 22, 2014
SÓLO ABRÁZAME / 11. DOLOROSO ENCUENTRO
Mientras tanto Pedro debía pasar por el gimnasio a buscar algunas de sus cosas.
Por el camino, la lluvia había comenzado a caer copiosamente. Al poco rato estaba todo mojado.
Por el camino, la lluvia había comenzado a caer copiosamente. Al poco rato estaba todo mojado.
Muy cerca de donde él estaba iba Miranda conduciendo su jeep. Cuando lo vio parado en una esquina todo empapado, no lo pensó dos veces y apretó el acelerador hasta el fondo pasando a toda velocidad por sobre una poza de agua que estaba a pocos metros de Pedro, dejándolo aun más mojado y embarrado.
Al salir huyendo, se lo quedó observando por el espejo retrovisor sonriendo satisfecha, pero pronto se sintió arrepentida. Recordó que el día anterior había sido amable con ella como nadie, hasta ese momento, lo había sido.
Pedro estaba furioso. Se dio cuenta que había sido Miranda la que lo había mojado a propósito y sintió que la odiaba.
- Chiquilla de mierda Quien me manda a ser amable con gueonas tontas
Pensó, apretando los puños con fuerza.
Pensó, apretando los puños con fuerza.
- Hola, sube
Dijo de pronto Miranda abriendo la puerta del jeep para que subiera Pedro.
Dijo de pronto Miranda abriendo la puerta del jeep para que subiera Pedro.
- Estás loca. Sale de aquí. ¡Lárgate!
- Perdona, fue un impulso. Por favor perdóname ¿si? Ven sube
- ¿Impulso? ¡Mira como me has dejado!
- Uy que enojado el niño regalón de la facultad
- Sale de aquí loca de mierda
Dijo Pedro muy enojado mientras seguía su camino en dirección al gimnasio.
Dijo Pedro muy enojado mientras seguía su camino en dirección al gimnasio.
Continuaba lloviendo y Miranda seguía a Pedro desde su auto, conduciendo lento junto a él, hasta que de pronto se detuvo en medio de la calle y se bajó del jeep corriendo para detenerse frente a él y tomarlo por los brazos.
- Por favor Pedro, de verdad estoy arrepentida. Fui una loca como tu me dices. Hay malas costumbres que son difíciles de desarraigar de mi personalidad. Por favor entiéndeme.
Pedro sólo la miraba sin comprender porque ese cambio de actitud de parte ella tan raro.
- Te perdono pero llévame luego a algún lugar donde pueda secarme y cambiarme de ropa.
- Si claro, yo también debo cambiarme, ven sube.
Una vez dentro del auto, Miranda no puede dejar de mirarlo de reojo. Le suben los colores a la cara cuando pasea sus ojos por aquel cuerpo.
Pedro se daba cuenta de esas miradas y decidió hacer lo mismo con ella. La comenzó a observar deteniéndose largo rato en la blusa mojada que dejaba ver claramente los pechos desnudos de Miranda; firmes, blancos, suaves.
- Llegamos - dijo ella algo nerviosa
- ¿Dónde estamos?
- En mi apartamento.
- ¿Ah si? - dijo Pedro coqueto - ¿y qué pretendes hacerme hoy aquí?
- ¿No querías secarte y cambiarte de ropa?
- ¿Y tienes ropa seca que me puedas prestar?
- No, pero la puedes secar en la secadora
- ¿Y que me coloco mientras?
Pedro se acercaba peligrosamente hacia el rostro de Miranda
- ¿Quieres que esté desnudo en tu apartamento.. solos los dos?
Pedro se acercaba peligrosamente hacia el rostro de Miranda
- ¿Quieres que esté desnudo en tu apartamento.. solos los dos?
- ¡No seas idiota!. Ahí está el dormitorio para que te cambies y debe haber alguna bata por ahí para que te cubras.
Pedro reía burlón mientras se dirigía a la habitación de ella para quitarse la ropa mojada. Mientras Miranda hacía lo mismo en una habitación contigua.
- ¿Sabías que Amir estaba en la ciudad?
Dijo Miranda desde el pasillo que los separaba haciendo que Pedro casi se cayera de la impresión
Dijo Miranda desde el pasillo que los separaba haciendo que Pedro casi se cayera de la impresión
- ¿Amir en la ciudad?
- Si. Anduvo haciendo preguntas en la facultad pero nadie le quería decir nada. Ustedes no dejaron dicho donde se irían.
- ¡Claro que si!
Dijo Pedro saliendo de la habitación cubriendo su cuerpo de la cintura hacia abajo sólo con una pequeña toalla blanca
Dijo Pedro saliendo de la habitación cubriendo su cuerpo de la cintura hacia abajo sólo con una pequeña toalla blanca
Miranda al verlo casi se desmayó. Su boca y otras partes de su cuerpo comenzaron a humedecerse súbitamente y sus ojos no querían obedecer a su cabeza que le pedía a gritos que dejara de mirarlo así.
- Dejamos nuestra dirección en la oficina principal de la facultad
- Si, lo se - balbuceó Miranda - Yo le conseguí los datos. Amir habló conmigo ayer.
- ¿Pero como fue que no supimos nada de él en todo este tiempo?
- Ufff es una historia muy larga. Él ya se las contará
- ¿Y está aquí ahora?.
- No lo creo. Estaba desesperado por saber de tu hermana
Mientras hablaban él se sentó sobre un sofá muy cerca de ella y comenzó a secarse las piernas subiendo los pies arriba de una mesita de centro. Esto hacía que los ojos de Miranda volaran hacia aquello que se escondía bajo la pequeña toalla blanca y que sintiera que si él se acercaba un poco más podría perder por completo el control.
Miranda se volteó para no continuar mirándolo. Se sintió avergonzada. En algún momento creyó que su corazón se saldría por la boca y decidió poner una distancia prudente entre los dos. A Pedro le encantaba esa mirada de ella sobre su cuerpo y se tocaba a si mismo con toda intención, sólo para provocarla.
Mientras hablaban él se sentó sobre un sofá muy cerca de ella y comenzó a secarse las piernas subiendo los pies arriba de una mesita de centro. Esto hacía que los ojos de Miranda volaran hacia aquello que se escondía bajo la pequeña toalla blanca y que sintiera que si él se acercaba un poco más podría perder por completo el control.
Miranda se volteó para no continuar mirándolo. Se sintió avergonzada. En algún momento creyó que su corazón se saldría por la boca y decidió poner una distancia prudente entre los dos. A Pedro le encantaba esa mirada de ella sobre su cuerpo y se tocaba a si mismo con toda intención, sólo para provocarla.
- ¿No me digas que estás celosa de Sofia?
- No. No es eso
- Dime la verdad. ¿Estabas enamorada de Amir?
- No. Pero lo quiero mucho.
- Uff Manerita de demostrarlo ¡Quisiste matarlo mujer!
- Yo no quería eso
Miranda comenzó a llenarse de angustia con los recuerdos que se agolpaban en su cabeza.
Miranda comenzó a llenarse de angustia con los recuerdos que se agolpaban en su cabeza.
- Hey si no es para tanto. Ya todo pasó.
Pedro se acercó hacia ella y no pudo evitar la emoción de querer abrazarla y tal vez protegerla de algo que ni él entendía.
Pedro se acercó hacia ella y no pudo evitar la emoción de querer abrazarla y tal vez protegerla de algo que ni él entendía.
- Olivia me envenenó la cabeza y el corazón. Yo era una niña.
- Si, ya lo se
- ¿Tu crees que a esta hora Amir haya encontrado a Sofia? - Preguntó Miranda
- No lo se. Ojalá que si. Siempre supe que era un buen tipo. Debe haber tenido buenas razones para desaparecer así, sin dejar rastros.
- Las tuvo. De eso no hay duda.
- Sofía va a estar feliz de verlo. Me gustaría estar ahí para ver su cara
Pedro observaba el rostro frágil de Miranda. Acariciaba sus labios con los dedos sintiendo una fuerte punzada en el corazón.
Pedro observaba el rostro frágil de Miranda. Acariciaba sus labios con los dedos sintiendo una fuerte punzada en el corazón.
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Al cerrar la puerta tras de sí, Sofía no lograba despegar la mirada de los ojos de Pablo quien se abalanzó sobre ella tapándole la boca con la mano.
- Ven acá pequeña - le susurró en el oído, tirándola contra la pared, sin quitarle la mano de la boca.
Sofía se sintió asfixiada. No lograba hacer que su cuerpo reaccionara. Él siempre lograba provocarle ese temor.
- Tiempo sin vernos eh?.... Me has extrañado cierto?.... tanto como yo a ti, mi pequeña Sofía
Mientras Pablo hablaba, sus manos comenzaban a quitarle la colcha que ella llevaba encima quedando sólo con un pijama que le dejaba piernas y brazos al descubierto. La sinuosa curvatura de sus pechos subían y bajaban con rapidez. Su mente estaba en blanco. Los latidos de su corazón parecían romper sus tímpanos haciendo que dejara de escuchar lo que él decía. Su cuerpo no le obedecía. Sofía temblaba.
- ¿Por qué te fuiste así mi niña? ¿No te dije que te encontraría a tí y a tu maldito hermano? ¿Recuerdas? ¡Te dije que me las pagarías maldita perra!
Pablo la comenzó a tironear hasta llevarla al sofá que estaba cerca del hogar. Apretó sus brazos para inmovilizarla cubriéndola luego con su cuerpo.
El era un tipo grande y fuerte. Sofía aún le temía. Más de una vez, cuando fueron novios, la había dejado a punto de morir en el hospital, pero ella nunca lo había denunciado. El, constantemente la amenazaba con que si lo hacía su hermano sería quien se llevaría la peor parte.
Pero aquella última vez que la había golpeado, su hermano Pedro la había seguido desde el hospital, en donde recién le habían dado el alta. La vio entrar temerosa a aquella misma casa en donde ahora ella sentía que volvía a vivir toda su pesadilla.
Sólo ahí Pedro pudo comprobar lo que ya presentía. Llegó justo a tiempo para quitársela de las manos y denunciarlo a la policía a pesar de la insistencia de su hermana que no lo hiciera.
- Te va a matar Pedro por favor
Le decía Sofía llorando, pero Pedro no la oía.
Y ahora, ahí estaba nuevamente pero esta vez Pedro no estaba cerca. Estaba sola. Nadie vendría en su ayuda.
Pablo levantó la camisa del pijama y comenzó a apretar, morder y acariciar los pechos de Sofía. Ella tenía fijo los ojos en el techo. Su cabeza se llenó de recuerdos que habían quedado en un pasado lejano.
- ¡Eres mía oíste! Ya ves que no puedes huir de mi. Se que ahora estás sola. Tu hermanito se fue. Después de acabar contigo voy por él. ¡No te muevas perra!
Pablo mordía fuerte sus pezones y comenzaba a desabrochar su pantalón y a rozar su pene por encima de la ropa interior de ella.
Sofía, al oír como un susurro, de repente que aquel hombre podría hacerle daño a su hermano comenzó a reaccionar. Sus oídos dejaron de retumbar y oyó a lo lejos una voz que le pareció familiar.
- Sofía. Soy yo. Abre por favor. ¡Sofía!
- Amir
Dijo bajito
- ¡Amir!
Dijo esta vez con un poco más de fuerza
- !Sofía! Abre por favor. Soy yo Amir
- ¡Amir! ¡Ayúdame!
Sofía esta vez gritó con toda su fuerza y Amir no dudó en entrar rompiendo uno de los vidrios de la ventana que dejaba ver entre las sombras del fuego lo que ahí dentro estaba sucediendo.
Sofía se sintió asfixiada. No lograba hacer que su cuerpo reaccionara. Él siempre lograba provocarle ese temor.
- Tiempo sin vernos eh?.... Me has extrañado cierto?.... tanto como yo a ti, mi pequeña Sofía
Mientras Pablo hablaba, sus manos comenzaban a quitarle la colcha que ella llevaba encima quedando sólo con un pijama que le dejaba piernas y brazos al descubierto. La sinuosa curvatura de sus pechos subían y bajaban con rapidez. Su mente estaba en blanco. Los latidos de su corazón parecían romper sus tímpanos haciendo que dejara de escuchar lo que él decía. Su cuerpo no le obedecía. Sofía temblaba.
- ¿Por qué te fuiste así mi niña? ¿No te dije que te encontraría a tí y a tu maldito hermano? ¿Recuerdas? ¡Te dije que me las pagarías maldita perra!
Pablo la comenzó a tironear hasta llevarla al sofá que estaba cerca del hogar. Apretó sus brazos para inmovilizarla cubriéndola luego con su cuerpo.
El era un tipo grande y fuerte. Sofía aún le temía. Más de una vez, cuando fueron novios, la había dejado a punto de morir en el hospital, pero ella nunca lo había denunciado. El, constantemente la amenazaba con que si lo hacía su hermano sería quien se llevaría la peor parte.
Pero aquella última vez que la había golpeado, su hermano Pedro la había seguido desde el hospital, en donde recién le habían dado el alta. La vio entrar temerosa a aquella misma casa en donde ahora ella sentía que volvía a vivir toda su pesadilla.
Sólo ahí Pedro pudo comprobar lo que ya presentía. Llegó justo a tiempo para quitársela de las manos y denunciarlo a la policía a pesar de la insistencia de su hermana que no lo hiciera.
- Te va a matar Pedro por favor
Le decía Sofía llorando, pero Pedro no la oía.
Y ahora, ahí estaba nuevamente pero esta vez Pedro no estaba cerca. Estaba sola. Nadie vendría en su ayuda.
Pablo levantó la camisa del pijama y comenzó a apretar, morder y acariciar los pechos de Sofía. Ella tenía fijo los ojos en el techo. Su cabeza se llenó de recuerdos que habían quedado en un pasado lejano.
- ¡Eres mía oíste! Ya ves que no puedes huir de mi. Se que ahora estás sola. Tu hermanito se fue. Después de acabar contigo voy por él. ¡No te muevas perra!
Pablo mordía fuerte sus pezones y comenzaba a desabrochar su pantalón y a rozar su pene por encima de la ropa interior de ella.
Sofía, al oír como un susurro, de repente que aquel hombre podría hacerle daño a su hermano comenzó a reaccionar. Sus oídos dejaron de retumbar y oyó a lo lejos una voz que le pareció familiar.
- Sofía. Soy yo. Abre por favor. ¡Sofía!
- Amir
Dijo bajito
- ¡Amir!
Dijo esta vez con un poco más de fuerza
- !Sofía! Abre por favor. Soy yo Amir
- ¡Amir! ¡Ayúdame!
Sofía esta vez gritó con toda su fuerza y Amir no dudó en entrar rompiendo uno de los vidrios de la ventana que dejaba ver entre las sombras del fuego lo que ahí dentro estaba sucediendo.
Sofía comenzaba a reaccionar luego de haber escuchado la voz de Amir. Pablo la dejó tirada, desnuda sobre el sofá y corrió hacia la ventana para evitar que Amir lograra entrar. Pero este fue más rápido ´por lo que, cuando lo tuvo cerca, aprovechó su semi desnudez y le acertó una fuerte patada en la entrepierna dejándolo inmediatamente sin aliento y fuera de combate.
Luego corrió a ver a Sofía quien yacía casi desmayada por los fuertes golpes y mordiscos que Pablo le había propinado.
- Sofía. Mi vida. Por favor.. Despierta. Ya estoy aquí. ¡Sofía!
Pablo lo miraba desde el suelo y sonreía burlesco
Amir, con el rostro desencajado corrió hacia donde él yacía y enceguecido de rabia comenzó a darle de golpes una y otra y otra vez, sin medir sus fuerza, ciego de ira, sin darse cuenta que el hombre estaba casi muerto a sus pies
.
.
Unos vecinos se acercaron a ver el escándalo y lograron quitarle de las manos al violador y llamar a la policía y a la ambulancia.
Amir, un poco más tranquilo corrió a tomar entre sus brazos a Sofia, quien aun estaba desvanecida sobre el sofá.
La cubrió con la colcha y dulcemente le acarició la cara.
-Sofia, por favor despierta soy yo.
Pero Sofía no reaccionaba.
La cubrió con la colcha y dulcemente le acarició la cara.
-Sofia, por favor despierta soy yo.
Pero Sofía no reaccionaba.
Pronto llegaron policías y paramédicos y se los llevaron a todos. A Amir a la comisaría y a Sofía y a Pablo al hospital.
Sam Mezylv
(Continuará)
martes, abril 15, 2014
SUEÑOS OLVIDADOS
¿Dónde viajan los sueños
cuando dejas de soñar?
Tal vez duermen
tras de aquella luna roja
donde no los puedo
alcanzar
O se escondan en mi boca,
tras unos labios cerrados
y una lengua que se hunde
en las aguas de un silencio
frío
Quizá naveguen bajo mi piel
y lleguen de arribada
hasta mis manos.
Las mismas que un día
acariciaron millones de sueños,
soltaron sus amarras
para zarpar hacia horizontes
impensados
Aquellos sueños
que hoy sólo son una huella de fuego
en los mares del olvido.
jueves, abril 10, 2014
SÓLO ABRÁZAME /10. ABANDONADA
La tarde se asemejaba a su tristeza.
Las nubes comenzaban a inundar un cielo gris y el viento se colaba por las pequeñas rendijas de las ventanas sin cortinas.
En el sur siempre era así. Ahí no había estaciones del año muy diferenciadas. Siempre parecía ser invierno. La lluvia pocas veces cesaba de caer y el frío nunca amainaba. Pero el paisaje era hermoso. Sofía no podía dejar de ver como el viento soplaba y mecía los árboles de la calle ni tampoco quería dejar de disfrutar de la lluvia ni el frío que se calaba por su piel.
Había pasado mucho tiempo desde que Sofía había perdido las esperanzas de volver a saber de Amir.
En la ciudad, Miranda estaba muy mal, estaba sola. No estaba Amir, no tenía a su madre cerca. No tenía amigos ni más parientes.Las nubes comenzaban a inundar un cielo gris y el viento se colaba por las pequeñas rendijas de las ventanas sin cortinas.
En el sur siempre era así. Ahí no había estaciones del año muy diferenciadas. Siempre parecía ser invierno. La lluvia pocas veces cesaba de caer y el frío nunca amainaba. Pero el paisaje era hermoso. Sofía no podía dejar de ver como el viento soplaba y mecía los árboles de la calle ni tampoco quería dejar de disfrutar de la lluvia ni el frío que se calaba por su piel.
Había pasado mucho tiempo desde que Sofía había perdido las esperanzas de volver a saber de Amir.
-Sofía, mañana debo volver a la capital a finiquitar algunos asuntos en la facultad, ¿no te da susto quedarte sola?
-No Pedro, no te preocupes. Yo estoy bien. Además ya me he ido acostumbrando a estar conmigo.
Pedro la miró con dulzura y la abrazó fuertemente. Aun seguía pensando que el haberla llevado de vuelta a la casa de su infancia había sido la mejor decisión. A pesar de que ahí tampoco tenía los mejores recuerdos de su vida, al menos se alejaría de Miranda y de su molesta presencia. Ésta, luego de haber salido libre de la acusación por complicidad en el asesinato de la madre de Amir, había volcado toda su rabia contra Sofía y no dejaba de acosarla en la facultad.
- Hermanita, prometo volver lo antes posible - le dijo, sintiendo una extraña presión en el pecho
Pedro la miró con dulzura y la abrazó fuertemente. Aun seguía pensando que el haberla llevado de vuelta a la casa de su infancia había sido la mejor decisión. A pesar de que ahí tampoco tenía los mejores recuerdos de su vida, al menos se alejaría de Miranda y de su molesta presencia. Ésta, luego de haber salido libre de la acusación por complicidad en el asesinato de la madre de Amir, había volcado toda su rabia contra Sofía y no dejaba de acosarla en la facultad.
- Hermanita, prometo volver lo antes posible - le dijo, sintiendo una extraña presión en el pecho
- Ve tranquilo que yo estaré bien.
- Ya sabes que no debes abrirle la puerta a nadie. El teléfono... no olvides mantenerlo cargado y...
- ¡Hey! si ya no soy una niña. Anda ve tranquilo que se cuidarme.
- Si lo se, lo se. Es que me preocupas. Tu sabes. Aquella persona... no sabemos si...
- ¿No crees que sería el colmo de la mala suerte que se apareciera justo ahora? No Pedro, olvídalo. Esas cosas sólo pasan en las novelas.
Sofía le sonrió y luego le acercó la maleta.
- Ve tranquilo ya y vuelve pronto.
Pedro salió de la pequeña casa. Hacía mucho frío y la lluvia a ratos era muy intensa. Al cabo de unos pocos metros volvió la mirada hacia su hermana quien todavía lo observaba desde el umbral. No quería dejarla sola por muchos días. Sabía que su ex novio aún vivía en el pueblo y que había vuelto a salir de la cárcel después de la enésima acusación por abusos e intento de homicidio contra una de sus parejas de turno.
No le quiso contar nada de eso a Sofía para no asustarla. Confió en que muy pocos amigos sabían que estaban ahí y que después de tanto tiempo transcurrido Pablo no volvería a buscarla.
- Ya sabes que no debes abrirle la puerta a nadie. El teléfono... no olvides mantenerlo cargado y...
- ¡Hey! si ya no soy una niña. Anda ve tranquilo que se cuidarme.
- Si lo se, lo se. Es que me preocupas. Tu sabes. Aquella persona... no sabemos si...
- ¿No crees que sería el colmo de la mala suerte que se apareciera justo ahora? No Pedro, olvídalo. Esas cosas sólo pasan en las novelas.
Sofía le sonrió y luego le acercó la maleta.
- Ve tranquilo ya y vuelve pronto.
Pedro salió de la pequeña casa. Hacía mucho frío y la lluvia a ratos era muy intensa. Al cabo de unos pocos metros volvió la mirada hacia su hermana quien todavía lo observaba desde el umbral. No quería dejarla sola por muchos días. Sabía que su ex novio aún vivía en el pueblo y que había vuelto a salir de la cárcel después de la enésima acusación por abusos e intento de homicidio contra una de sus parejas de turno.
No le quiso contar nada de eso a Sofía para no asustarla. Confió en que muy pocos amigos sabían que estaban ahí y que después de tanto tiempo transcurrido Pablo no volvería a buscarla.
Como nunca había aprendido a relacionarse con la gente, a no ser siendo prepotente y mal educada, nadie sentía siquiera un poquito de lástima por ella. Seguía asistiendo a la facultad pero no iba a estudiar. Iba en busca de compañía.
Pedro continuaba siendo muy popular entre los estudiantes. Sobre todo después de lo ocurrido con su hermana y con Amir. Todos sabían algo de la historia y al verlo llegar de vuelta muchos se le acercaron a saludar con aprecio y a preguntar por Sofia.
- Hola amigos Que felicidad volver a verlos
- Cómo has estado
- Bien, bien gracias
- Y tu hermana ¿cómo está?
- Bastante mejor. Gracias
- Pucha Pedrito. Siento tanto lo que le sucedió. Ella no se lo merecía.
- Está bien. Ya pasará.. Todo pasa ¿no?
- Oye y supiste que la tal Miranda sigue viniendo a la Facultad
- Pobre, da lástima.
- ¿Por qué da lástima? - pregunto Pedro intrigado-
- Porque se nota que anda buscando amigos y nadie la pesca
- Pero si es tan pesada
- Jajaja Siiii
- Mira - dijo uno - ahí anda
Pedro la miró y no pudo dejar de compadecerse por por ella. Andaba muy mal vestida, desordenada, hasta parecía que no se bañaba hacía días. Él siempre la había visto como una de las chicas más lindas de la Universidad, pero como era tan desagradable no se daba vuelta a mirarla dos veces.
Miranda se percató que la observaban y reconoció al hermano de Sofia en el grupo. Se asustó y quiso salir corriendo pero Pedro la alcanzó a tomar del brazo suavemente.
- Espera, no huyas, si no te haremos daño - dijo Pedro, mirándola directamente a los ojos mientras ella bajaba la mirada y callaba.
- Pero Pedro ¿qué haces? - dijeron sus amigos - Esta mina le cagó la vida a tu hermana
- ¿Pueden dejarnos a solas por favor? - pidió él, sin apartar la vista del frágil cuerpo de Miranda.
El grupo se disolvió rápidamente, sin entender esta actitud extraña de su amigo.
- ¿Cómo has estado? - dijo él con voz dulce
- Mal. Pero a ti que te importa sucio bastardo - respondió Miranda gritando y poniéndose a la defensiva
- Uy niñita. Seguimos siendo la misma. Tranquila. Si no te voy a hacer nada. Solo quiero conversar.
- ¿Y de que querrías conversar tu conmigo? ¿De tu hermanita querida? Debes saber que me importa un bledo lo que pase con ella
- Si me lo puedo imaginar... ¿Y que te importa o quien te importa? .
Miranda se quedó sin poder contestarle. Se sintió incómoda y desnuda ante esa mirada que la hacía sentir muy extraña y quiso salir huyendo nuevamente.
- Eh! No te vayas aun. Me gusta mirarte.
- Idiota - respondió Miranda, marchándose corriendo hasta alejarse del todo de la mirada de Pedro.
Él, mientras la veía correr, pensaba que era la primera vez que la tenía tan cerca. Quería creer que en el fondo no debía de ser una mala persona.
Sofia mientras tanto, está sola en casa, escuchando música, leyendo, tratando de distraer sus pensamientos para no soñar con que en cualquier momento entra Amir por aquella puerta para rescatarla de su pena y soledad.
Sueña que nuevamente está adormecida entre sus brazos, respirando su piel y bebiendo de sus labios.
Cerró los ojos dejándose abrigar por el calor que emanaba del hogar, el mismo que la transportaba a su sueño favorito; el de estar nuevamente junto a él, de volver a tenerlo cerca de ella, de volver a besarlo, tocar su boca con sus dedos para que el juguetee con su lengua y la bese. La tome por su cintura y la eleve para aferrarla fuerte contra su cuerpo.
Pero un golpe seco en la puerta la despertó bruscamente.
Se desperezó rápidamente- Debe ser la vecina que me viene a dejar el pancito amasado calentito - pensó, mientras se acercaba a la puerta sonriente, cubierta hasta la cabeza con una colcha vieja.
- ¡Hola! Pero que gusto saber que me esperabas tan contenta
Sofia sintió hielo correr por su espalda. Sus piernas le flaquearon y aquellas viejas heridas volvieron a escocer como hacía mucho tiempo no lo hacían.
Sofia sintió hielo correr por su espalda. Sus piernas le flaquearon y aquellas viejas heridas volvieron a escocer como hacía mucho tiempo no lo hacían.
- Hola - respondió Sofia titubeando
La puerta ya estaba abierta. Sabía que no podría cerrarla y esconderse para pedir ayuda. Lo mejor será enfrentarlo, pensó. Mientras Pablo bloqueaba la entrada con su pie.
Sam Mezylv
(Escrito 07/05/2010)
La puerta ya estaba abierta. Sabía que no podría cerrarla y esconderse para pedir ayuda. Lo mejor será enfrentarlo, pensó. Mientras Pablo bloqueaba la entrada con su pie.
Sam Mezylv
(Escrito 07/05/2010)
Continuará
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