lunes, junio 30, 2014

EL AMIGO DE MI MADRE / CUENTO CORTO


Acá voy nuevamente esta debe ser como mi tercera terapia. Esto de luchar contra mi cuerpo y mis deseos me ha debilitado hasta el punto haber perdido el rumbo, si es que alguna vez lo tuve.

Soy una adicta, ya lo he reconocido, adicta al sexo, en "casi" todas sus formas y expresiones. (Nunca lo he hecho con animales.... de cuatro patas).

Cuando mi madre se vino a enterar de mi "problema", ya era demasiado tarde. De cierta forma ella tuvo algo de responsabilidad en mi conducta. Me dejó sola, muy sola desde pequeña.

Yo sabía que trabajaba para darnos de comer y vestirnos y poder estudiar. Me lo repetía todo el tiempo. Pero los pocos momentos en que podíamos compartir y estar juntas para decirle lo mucho que la quería y escucharla a ella decirlo también, los prefería pasar junto a sus amigos, bebiendo, bailando, drogándose, "diviertiéndose", a su manera, obvio.

Creo que comencé a buscar ese cariño que ella no me entregaba y de alguna forma lo confundí con placer carnal. No lo sé. Algo así me han explicado los psicólogos y psiquiatras que me han visto últimamente.

Uno de los últimos me recomendó hacer esto de escribir. "Ayudará a sanar heridas y cerrar puertas", dijo.

La primera vez fue con uno de los amigos de mamá. Yo sólo tenía 15 años, pero con el cuerpo de toda una mujer.

No puedo decir que fue forzado, él me gustaba y me excitaba su forma de mirarme. Hasta ese momento, había sabido poner freno a mis impulsos y reprimirme. Todo por ella, por mi mamá, por su respeto.

Pero todo se fue a la cresta cuando aquella tarde que volvía del colegio más temprano, (típico) la encontré en la cama con mi novio. Mi corazón se rompió en mil pedazos. Aún duele el recordarlo.

Desde aquella vez el respeto que alguna vez tuve hacia ella fue desapareciendo hasta quedar en algo que dejó de existir entre las dos para siempre.

No se si fue por venganza o qué, pero esa tarde, aprovechando la soledad, subí a mi cuarto a ponerme la falda más corta que encontré (sin ropa interior) y como hacía mucho calor (en el aire y en mi cuerpo), sólo me vestí con la parte de arriba de un bikini.


Así, bajé las escaleras y comencé el juego paseándome por delante de él. !Qué momento más erótico!. Su mirada sobre mis caderas, podría jurar que sentía como latía su corazón al ritmo de mis movimientos.

Por último, subí el volumen de la música y me puse a bailar cadenciosamente, muy sensual.

Mientras lo miraba, el se mantenía inmóvil aun sentado en aquel sofá. Me acerqué moviéndome suave y lentamente, metí los dedos a mi boca para sacar el chicle que masticaba, mientras comenzaba a rozar sus rodillas con mis piernas desnudas. La emoción que eso me causó hizo que me descontrolara de inmediato. Al fin el captó el mensaje y comenzó a acariciar mis piernas hasta llegar a mis caderas, luego me sentó sobre él. Yo alcé mis brazos para recibir sus caricias y sus besos. Tiré de su ropa humedecida y me ajusté a su cuerpo, varonil y maduro, sintiendo sobre mi piel el sudor y el aroma de su sexo bruto.

Me tendió sobre el sofá y acarició mi vientre, mis caderas eran diminutas bajo sus fuertes brazos y manos.
Un rayo de electricidad me golpeó de repente y recorrió todo mi ser. Su lengua y sus dedos dibujaban algo sobre mi cuerpo, lamía y mordía despacito, besaba, chupaba y volvía a lamer. Yo creo que hasta perdí la conciencia en algún momento, pero no quería que aquello acabara.

Luego, me volvió a poner sobre él, esta vez sobre su pene rígido y duro. Por algun instante me asustó saber que aquello entraría en mi cuerpo y que llegaría a traspasar hasta mi alma. Pero la pasión y las ansias por tenerlo pronto dentro de mi fueron más fuertes y cabalgamos juntos hasta lograr que mis gritos y los de él alertaran a los pocos vecinos que a esas horas hacían la siesta del domingo.

Nunca más, desde aquella vez, quise dejar de volver a sentir lo mismo. No me importaba mucho con quien fuera. Sólo debía cumplir con el requisito de excitarme sólo con su mirada.

¡Que de placeres infinitos he gozado!. No me arrepiento de nada...

No, mentira si me arrepiento de algo...

Una vez me enamoré. Llevo a eso niño aun en mi corazón. Lo amaba.

Nadie como él me ha hecho volar estando juntos y sólo con tocarme. Lo amé, pero me volví una esclava de mi cuerpo y de mis deseos y salí en busca de más aventuras. Y acá estoy. Enferma, sola, cansada. Escribiendo mis historias para poder sobrellevar lo que me resta de aliento sobre esta tierra.

Mis ojos se han llenado de lágrimas al recordarle... ¡Si tu supieras! Nunca quise hacerte daño... Nunca me olvidé de ti, de tus bellas y suaves manos, de tu mirada profunda, de tu piel, de tu aroma, de tu forma de hacerme sentir completamente amada y tuya.

Creo que no seguiré con esta terapia.. me hace mal.

Al final todos los que aquí estamos sabemos que llegará el final. Que ya los medicamentos son sólo para alargar más la espera. El SIDA me muerde, me pellizca, me araña, me mata todos los días un poco más.

(Escrito 16/03/2009)

viernes, junio 27, 2014

MAR Y HIELO

 
Mientras miro
tu sombra alejarse de mi,

sólo el frío acompañará
mis pasos desde hoy.

El viento y la lluvia
no verán mis ojos
llenarse de mar,

ni esta cama triste
volverá a mojar

los sueños que
cantamos juntos

aquellas noches
llenas de tanto amar.

Sam Mezylv

ÚLTIMAS LÁGRIMAS DE INVIERNO

El frío ha llegado
y en su piel aún permanece 
viva
la tibieza de su mirada
de su cuerpo 
y de sus manos.

Pero ya no está,
ni estará.
Y en la niebla del recuerdo,
aquella silueta,
se desvanecerá de a poco
dentro de su memoria
y de su corazón.

Él se detendrá en la puerta
intentando escuchar sus breves pasos 
sobre su espalda.

Pero ella... ella no volverá a rogarle
Sus ojos ya están cansados
Se ha quedado quieta, viendo el 
invierno pasar y con él las
últimas lágrimas 
que derramará.

Sam Mezylv

SÓLO ABRÁZAME / 14. FIN



No pudo evitar estremecerse al cruzar el umbral y recordar las sucias manos de la persona que alguna vez quiso y quien tanto daño le había hecho.

Se había logrado deshacer de aquella horrible pesadilla de su pasado pero no sabía cómo ni por qué aun la perseguía sin poder alejarla.

Sofía tenía miedo pero entendía que debía hacerlo. No podía dejarse atemorizar. Sabía que debía continuar con su vida. Que tuvo suerte de que llegara Amir a tiempo.

Una vez dentro de la casa, Sofía comenzó a sentir que su corazón se escapaba de su pecho. Comenzó a sudar y un escalofríos recorrió todo su cuerpo.

Amir estaba ahí, cerca de ella para apoyarla cuando sus piernas no le respondían y sentía que se desmayaba.

- Vamos Sofía. Eres más fuerte - Le susurró al oído animándola. Ella le sonrió y continuó caminando
- Amigos anoche recibí una llamada que hará que andemos más tranquilos por la vida.
- ¿Que sucedió? - Preguntó Pedro
- Los abogados lograron hacer que el sicario declarara en contra de Olivia
- ¿Y que significa eso? - Preguntó Miranda
- Le harán un juicio a Olivia por conspirar para cometer un asesinato, o algo así y creo que por ese delito le pueden dar hasta cadena perpetua. La enviarán a una cárcel de alta seguridad y lo mejor. Le confiscarán todos sus bienes. Así no podrá hacer uso de su poder para seguir haciendo daño.
- Pero cómo que le confiscarán sus bienes si son míos también - exclamó Miranda-
- Yo que tu me olvidaba de que esa mujer era tu madre - le reprochó Amir.-
- Si, tienes razón. Era broma. No necesito nada de ella. Ahora puedo decir que no me falta nada - Dijo sonriendo, mientras abrazaba y besaba a Pedro juguetona

Sofia los observaba y escuchaba desde un rincón, sentada silenciosamente.

- ¿Te sientes mejor? - preguntó Amir

Sofía lo miró dulcemente y asintió con la cabeza para luego volver a adentrarse en sus pensamientos.
El se sentó junto a ella y la rodeó con sus brazos; acercó su cabeza hacia su hombro y besó su frente.
Pedro y Miranda se miraron y pronto entendieron que debían dejarlos solos.

- Bueno chicos nos vemos pronto. Con Miranda vamos a dar un paseo por el pueblo. Nos vemos

Pero Amir y Sofia ya no los escuchaban. Estaban abstraídos cada uno mirando al otro sin decirse nada.

- Amir, ¿me contarás...?

El se acomodó en el sofá y sin más preámbulo comenzó a relatar la odisea de su partida.

- Tu ya sabes lo que pasó ¿cierto?, en la famosa fiesta de compromiso.
- Si algo supe por la prensa
- Bueno, cuando dejé el lugar me sentía muy mal. Estaba mareado, con nauseas. Sentía que mi cabeza era una bomba de tiempo que estallaría en cualquier momento.
Salimos con mi padre y de inmediato nos subimos a un auto. Yo estaba tan emocionado que no me di cuenta que me estaban llevando hacia el aeropuerto.
En algún momento perdí el conocimiento y cuando me recuperé ya iba camino a su país.
Lo único que hacía era pensar en ti. En que pensarías que te había abandonado. Mi padre no quería entender que mi vida estaba aquí junto a ti.
El quería hacer de mi alguien que no era. Yo sólo quería un padre, no un principado, ni riquezas, ni nada de lo que el me ofrecía. ¡Si hasta me quiso comprometer!

Sofía lo miró extrañada.

- Si - continuó Amir - me presentó a una princesa de no se donde y ya iba a comenzar con preparativos para el compromiso.
- O sea, otra vez estaban dirigiendo tu vida - interrumpió Sofía
- Si, y yo lo estaba permitiendo. Para no perder lo único que me estaba quedando... mi padre.

Una noche ya no pude más. Sentía que te estaba olvidando y lo peor, que tu ya no me querrías volver a ver nunca más. Dejé de comer, no dormía, comencé a beber mucho.
Y así, borracho, fui a enfrentar a mi padre para decirle que estaba haciendo lo mismo que Olivia había hecho toda su vida conmigo,  manipularme a su antojo.
Pero lejos de entenderme, me encerró en mi habitación y hacía que sus empleados me obligaran a comer. Me mantenían sedado.

- O sea Olivia era un gatito al lado de tu padre
- No Sofia, no era eso. Después lo entendí. El temía perderme de nuevo y quería darme todo lo que estaba a su alcance. Luego él me lo explicaría así.
- Luego de qué
- Un día, o una noche, ya no me acuerdo. Recordé cuando te conocí. Tu valor y coraje me enamoraron. Me diste alas, confiabas en mi y yo estaba ahí, sentado en una habitación sin hacer nada por mi. Ya no te tenía cerca, no podía ver tu sonrisa ni volvería a besar tu boca nuevamente. Me volví loco ¿sabes?. 
- ¡Amir! - gritó Sofía
- Si. Ya no quería seguir con mi vida así, sin ti.
- ¿Qué hiciste? Me asustas
- Lo que tú me habías enseñado a hacer. Levantarme y mirar de frente a mi padre, sin miedo. No podía continuar dejando que otros tomaran decisiones por mi. Ya no quería volver a ser el cobarde que conociste. Debía ser valiente como tu lo eres.
- Yo no soy valiente Amir. Mírame.
- Lo eres. Claro que lo eres. Eres más fuerte que yo. Tu lograste superar cosas horribles y ahí estabas. Parada frente a mi con tu sonrisa perfecta.
- Ya no queda mucho de eso - dijo Sofía mientras que sentía un intenso dolor en su pecho.

Amir la observaba con cierta nostalgia. De verdad ella había cambiado algo. Seguía siendo tan hermosa como la recordaba pero en su esencia faltaba algo. Esa chispa, ese algo que sólo él podía distinguir y que lo hacía amarla como lo hacía.

- Al cabo de un tiempo - continuó - de largas y espantosas discusiones con mi padre finalmente logró entenderme y me dejó libre. Lo primero que hice fue tomar el primer vuelo que me trajera hasta ti. El resto de la historia ya la sabes.

Sofía, con los ojos llenos de lágrimas, lo abrazó y lo besó suavemente.

-Ya estás aquí y no dejaré que te escapes nuevamente.

Amir la abrazó fuerte contra su pecho con amor, con ansias, con deseo. Sofía se separó un poco de su abrazo para mirarlo desde abajo. Sus ojos brillaban y su boca entreabierta lo llamaba a saciarse entre sus labios y bajo el arrebato de su lengua; pero al acercarse hasta ella y comenzar a besarla como siempre soñaba mientras estuvo lejos, sintió que algo no estaba bien. Sofía temblaba entre sus brazos y sabía que no era por la emoción. La alejó unos centímetros de su mirada y lo supo.

- Está bien pequeña. Todo está bien. Soy yo, Amir. Te amo

Pero Sofía no lograba alejar de su mente las imágenes, las torpes caricias y luego los bruscos besos que Pablo le había dado aquella horrible noche, en donde se atrevió a enterrar su sucia lengua hasta el fondo de su garganta. Ella quiso vomitar al recordar y los temblores se convirtieron en espasmos que ya no lograba controlar. Su mirada se perdía.

- No llores, por favor. Ya estoy aquí - susurró en su oído, mientras la volvía a  cubrir con su abrazo lleno de angustia y ella comenzaba a mecerse sin poder evitar el desgarrador grito que al fin se escapaba de su garganta.

FIN.


Sam Mezylv
(Escrito 20/05/2010)





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