El frío ha llegado
y en su piel aún permanece
viva
la tibieza de su mirada
de su cuerpo
y de sus manos.
Pero ya no está,
ni estará.
Y en la niebla del recuerdo,
aquella silueta,
se desvanecerá de a poco
dentro de su memoria
y de su corazón.
Él se detendrá en la puerta
intentando escuchar sus breves pasos
sobre su espalda.
Pero ella... ella no volverá a rogarle
Sus ojos ya están cansados
Se ha quedado quieta, viendo el
invierno pasar y con él las
últimas lágrimas
que derramará.
Sam Mezylv
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