Al despertar, Rosario se levantó rápidamente para preparar café y estar atenta a la llegada de su amiga Consuelo, la que, con seguridad, estaría muy enfadada con ella por haber quebrantado una de las principales reglas de su convivencia.
Mike continuaba durmiendo. Rosario se acercó a la habitación con una taza de café atrapada entre sus manos. La mañana estaba fría; ya se dejaba sentir la llegada del otoño.
-Deseo fervientemente encontrar a mi amiga por favor. -Dijo Max entregandole sigilosamente una buena cantidad de dólares y mirándola suplicante.
La secretaria no se atrevió a abrir la boca. Miró de cuanto dinero se trataba, se lo guardó discretamente en sus bolsillos y se encaminó hacia los kardex escudriñando por sobre sus gafas que nadie la estuviera observando.
Al salir de la Facultad Max estaba feliz. Tomó un taxi y se dirigió hacia la dirección que le habían entregado. Un halo de melancolía cubrió repentinamente su rostro.
-Le diré que la amo. Le pediré perdón. Se que ella me perdonará... Se que lo hará. La necesito. - Pensaba, mirando hacia la calle, apoyando la cabeza en la ventanilla del vehículo.
-Rosario, lo siento, debo marcharme - dijo Mike tristemente
-¿Te vas?
-El llamado. Debo asistir a una reunión antes de volver a Chi...
-¿Te vuelves a América?
-Allá está mi trabajo. No puedo abandonarlo -le dijo con voz suave abrazándola y pensando que esa era la mejor excusa para no tener que involucrar más sus sentimientos.
Rosario le provocaba mucho más que otras mujeres que había conocido. La encontraba entretenida, alegre, divertida, inteligente.. y en la cama era genial. Pero no debía mezclar sus sentimientos. Sabía que él no estaba hecho para formar familia. El solo pensarlo lo aterraba. - Demasiada responsabilidad sobre una materia desconocida. - Solía decir.
Sus padres se habían separado antes de que él naciera y su madre nunca volvió a casarse, muriendo muy joven a causa del alcohol y los excesos. Él nunca supo lo que era una familia. Le aterrorizaba la idea de amar. Ya había estado enamorado una vez y lo había pasado muy mal, por lo que se había prometido no volver a caer en aquellos sentimientos que lo llevaron por el camino del dolor y la angustia.
En Santiago de Chile, Maxito caminaba feliz por la calle de la mano de su cuidadora Francisca. Iban de vuelta de las compras de aquella tarde de regreso a la casa de los abuelos.
Un auto sospechoso los iba siguiendo. Francisca sabía de esto y comenzó a acelerar el paso. Tomó firmemente la mano del pequeño Max y cruzó rapidamente la avenida.
A lo lejos sintió el chirriar de unos neumáticos y luego la carrera de unas personas tras de ellos.
Francisca aterrada tomo en sus brazos a Maxito y corrió hasta donde ya sabía que la esperaban.
-Vamos por acá.. De prisa - Le gritó un policia que la tomaba de una mano para hacerla subir a una camioneta que la alejó del lugar.
-¡Vámonos!. ¡Es una trampa!. -Gritó uno de los delincuentes. - Corre, corre
Pero la policía los tenía acorralados. Hacía unos días que venían siguiéndoles los pasos.
El alcaide de la cárcel de mujeres se había logrado comunicar con el director de la policía para comentarle acerca del posible secuestro de un menor.
-¿Pero estás seguro?. ¿Esa reclusa es de fiar?
-Mira. A mi me parece que si. Además está en juego la vida de un menor. Prefiero prevenir antes que lamentar.
-Si tienes razón
-Recuerda que hay que atraparlos con vida. Ellos con seguridad nos llevaran al cartel que está infiltrado aquí dentro. -dijo el alcaide-
-Es algo grande. ¿Te das cuenta de ello?
-Si. Lo se. Por eso estoy pidiendo tu ayuda.
-¿Y qué sucederá con el padre del niño? - preguntó el detective-
-Estoy hace días intentando comunicarme con Interpol, pero no lo he conseguido. ¿Me puedes apoyar con eso también?
-Si claro. Esperemos que no sea demasiado tarde para él.
-Eso espero
-Adios- dijo el alcaide y cortó la llamada.
Se quedó un rato mirando el cielo de su oficina y pensando en Aida y su triste historia.
-Si logro capturar a esa banda de asesinos y narcotraficantes haré lo posible por ayudarla a salir de aquí.
Mike continuaba durmiendo. Rosario se acercó a la habitación con una taza de café atrapada entre sus manos. La mañana estaba fría; ya se dejaba sentir la llegada del otoño.
Al verlo desnudo sobre su cama y recordar lo que había sucedido la noche anterior, una leve sonrisa se dibujó en su cara y pensó, - no ha estado tan mal este tío. Se que si me lo propongo me podría llegar a enamorar de él.
-¡Anda, despierta guapo! - dijo Consuelo moviendo suavemente los brazos del embajador y sentándose a un lado de la cama.
Mike abrió sus brillantes ojos azules y se la quedó mirando por unos momentos. Rosario no entendió aquella mirada. Sintió un pequeño escalofríos al percibir sus ojos sobre ella y le costó reaccionar a aquella situación.
-It was a wonderful night - pensaba Mike mientras la observaba. - How I can run a way this time?. -suspiró-. I can`t allow me that she goes. Not yet... She´s so good!!.
-¡Vamos que llega Consuelo y nos mata a los dos! -Exclamó al fin Rosario, saliendo de la habitación rápidamente un poco desconcertada.
Se sentó en un sofá sobre sus piernas un poco asustada por esa extraña reacción de Mike al despertar.
Un silencio eterno se hizo sentir mientras Rosario esperaba a que el embajador estuviera vestido.
-¿Me habré equivocado con él? - pensaba - Bueno si no le ha gustado se puede ir al carajo. Al fin ya aparecerá el millonario que ando buscando.
-¡Buenos días hermosa señorita! - Exclamó Mike regalandole una sonrisa fresca y cálida.
Rosario no dijo nada. Sólo se lo quedó mirando sin entender lo que estaba sucediendo.
-Mike, no puedo quedarme con esta inquietud. Tu reacción de hace unos momentos me ha dejado muy mal. Dime que es lo que pasa. ¿Porqué me has mirado de esa manera?
-¿De qué manera Rosario?. Abrí mis ojos, te vi ahí tan bella. ¡Ha sido un maravillosos despertar a tu lado!. Y ese rico olor a café. ¿Me das?.
Rosario le sonrió y se fue a la cocina a prepararle aquel café. Se sentía un poco más tranquila pero de todas formas había algo que no encajaba.
-Consuelo debe estar al llegar - Dijo ella desde la cocina - Y va a estar muy enojada conmigo.
-Pero ¿porqué?. ¿No se ha ido con Alejandro?. El es un caballero. Seguro le ha ofrecido espacio en su apartamento. - dijo Mike observando cada movimiento que hacía Rosario con apasionado interés.
-Es que ella es muy rigurosa y estricta. Yo soy más desordenada
-¡Y me fascina! - le interrumpió Mike abrazándola por la espalda y besando su nuca y su cuello.
-Señor embajador. ¡Por favor!. ¡Mantengamos el protocolo!- dijo coqueta Rosario dejándose besar y acariciar muy complacida. Olvidando por un instante la inquietud que le había provocado su actitud al despertar.
-¡Ahhh. Rosario es que eres una salvaje tentación para todos mis sentidos!.
Mike comenzó a levantar la camisa que cubría el cuerpo desnudo de Rosario y a acariciar sus bellas piernas; suaves y frescas. La acorraló entre su cuerpo y la nevera para llenarla de besos, tomar sus caderas y acercarla hacia su cuerpo.
-¡Mike tu móvil! - exclamó Rosario con la respiración agitada.- ¡Está vibrando!
-Fuck!! - gritó Mike apresurándose en ir a responder luego de darle un beso fuerte y profundo en la boca a Rosario.
Consuelo se despertó sintiendo un gran peso sobre su costado. Abrió los ojos asustada porque ya se venían a su memoria los recuerdos de la noche recién pasada.
Alejandro la rodeaba completamente, su cuerpo caliente se dejaba sentir por entre las ropas de la cama. Consuelo lo miró tiernamente y acarició sus brazos desnudos haciéndola estremecer nuevamente. Recordó que se había dormido cuando él comenzaba a relatarle su versión de lo que había sucedido aquella noche, muchos años atrás, cuando aun pensaba que Emma era su amiga, a pesar de que todos sus amigos y familia le decían que no era de fiar, que la envidiaba y que se cuidara de ella.
-¡Cómo tenían razón todos!- Pensó, recordando que fue ella quien al fin logró arrebatarle a la persona que más amó en su vida, Max.
En el fondo de su alma quería creer que Alejandro no le hizo daño a quien fuera su amiga del colegio. Pero el recuerdo de sus ojos inyectados de drogas y alcohol y que esos mismos brazos que ahora la rodeaban, en aquella ocasión, apretaban el cuerpo de Emma contra el de él. No lo podía soportar. Muchas dudas se le vinieron a la cabeza.
Se quitó de encima el cuerpo de Alejandro, recogió sus ropas que estaban esparcidas por la habitación y se encerró en el baño.
Alejandro sintió las manos de Consuelo sobre su piel y todo su cuerpo vibró de emoción. Se mantuvo quieto disfrutando de aquel momento soñado. De repente ella ya no estaba, desapareciendo su calor y su perfume.
Cuando se decidió a abrir los ojos se dio cuenta que ella había entrado al baño y decidió sorprenderla preparándo el desayuno, a pesar de que ya era un poco más de medio día.
Max se registró en el hotel, dejó su equipaje y de inmediato se puso averiguar la dirección del lugar donde sabía que estudiaba Consuelo. Era la única pista que tenía para seguir su huella.
Tomó un taxi y al cabo de unos minutos ya se encontraba en la puerta de la facultad.
-Perdón, buenos días - dijo al llegar a la recepción.- Sabe.. es que ando buscando a la señorita Consuelo G....
- Acá no damos datos privados de nuestros estudiantes- dijo la secretaria con voz seca y tajante.
-Disculpe es que es muy imp...
-No se moleste en insistir señor - le dijo molesta.
Max salió del lugar abatido. Sabía que era la única pista que tenía para volver a reunirse con Consuelo.
Súbitamente recordó que era millonario. Que si bien sabía que el dinero no compra la felicidad ayuda una enormidad a alcanzarla.
La secretaria no se atrevió a abrir la boca. Miró de cuanto dinero se trataba, se lo guardó discretamente en sus bolsillos y se encaminó hacia los kardex escudriñando por sobre sus gafas que nadie la estuviera observando.
Al salir de la Facultad Max estaba feliz. Tomó un taxi y se dirigió hacia la dirección que le habían entregado. Un halo de melancolía cubrió repentinamente su rostro.
-Le diré que la amo. Le pediré perdón. Se que ella me perdonará... Se que lo hará. La necesito. - Pensaba, mirando hacia la calle, apoyando la cabeza en la ventanilla del vehículo.
-Rosario, lo siento, debo marcharme - dijo Mike tristemente
-¿Te vas?
-El llamado. Debo asistir a una reunión antes de volver a Chi...
-¿Te vuelves a América?
-Allá está mi trabajo. No puedo abandonarlo -le dijo con voz suave abrazándola y pensando que esa era la mejor excusa para no tener que involucrar más sus sentimientos.
Rosario le provocaba mucho más que otras mujeres que había conocido. La encontraba entretenida, alegre, divertida, inteligente.. y en la cama era genial. Pero no debía mezclar sus sentimientos. Sabía que él no estaba hecho para formar familia. El solo pensarlo lo aterraba. - Demasiada responsabilidad sobre una materia desconocida. - Solía decir.
Sus padres se habían separado antes de que él naciera y su madre nunca volvió a casarse, muriendo muy joven a causa del alcohol y los excesos. Él nunca supo lo que era una familia. Le aterrorizaba la idea de amar. Ya había estado enamorado una vez y lo había pasado muy mal, por lo que se había prometido no volver a caer en aquellos sentimientos que lo llevaron por el camino del dolor y la angustia.
En Santiago de Chile, Maxito caminaba feliz por la calle de la mano de su cuidadora Francisca. Iban de vuelta de las compras de aquella tarde de regreso a la casa de los abuelos.
Un auto sospechoso los iba siguiendo. Francisca sabía de esto y comenzó a acelerar el paso. Tomó firmemente la mano del pequeño Max y cruzó rapidamente la avenida.
A lo lejos sintió el chirriar de unos neumáticos y luego la carrera de unas personas tras de ellos.
Francisca aterrada tomo en sus brazos a Maxito y corrió hasta donde ya sabía que la esperaban.
-Vamos por acá.. De prisa - Le gritó un policia que la tomaba de una mano para hacerla subir a una camioneta que la alejó del lugar.
-¡Vámonos!. ¡Es una trampa!. -Gritó uno de los delincuentes. - Corre, corre
Pero la policía los tenía acorralados. Hacía unos días que venían siguiéndoles los pasos.
El alcaide de la cárcel de mujeres se había logrado comunicar con el director de la policía para comentarle acerca del posible secuestro de un menor.
-¿Pero estás seguro?. ¿Esa reclusa es de fiar?
-Mira. A mi me parece que si. Además está en juego la vida de un menor. Prefiero prevenir antes que lamentar.
-Si tienes razón
-Recuerda que hay que atraparlos con vida. Ellos con seguridad nos llevaran al cartel que está infiltrado aquí dentro. -dijo el alcaide-
-Es algo grande. ¿Te das cuenta de ello?
-Si. Lo se. Por eso estoy pidiendo tu ayuda.
-¿Y qué sucederá con el padre del niño? - preguntó el detective-
-Estoy hace días intentando comunicarme con Interpol, pero no lo he conseguido. ¿Me puedes apoyar con eso también?
-Si claro. Esperemos que no sea demasiado tarde para él.
-Eso espero
-Adios- dijo el alcaide y cortó la llamada.
Se quedó un rato mirando el cielo de su oficina y pensando en Aida y su triste historia.
-Si logro capturar a esa banda de asesinos y narcotraficantes haré lo posible por ayudarla a salir de aquí.
Max se acerca, veremos que dice Consuelo cuando le vea.
ResponderEliminarPasé a saludarte y decirte que tienes unos premios en el blog.
Te dejo el link.
http://premios-alasparavolar.blogspot.com/2010/10/muchas-gracias-anya.html
Besos
Genial como siempre, con la pizca de sensualidad adecuada.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Extenso y original tu relato,
ResponderEliminarte felicito, un placer leerte.
que tengas una feliz semana.
un abrazo.
es muy irresistible
ResponderEliminaraww Mike.... lo amo... pero se va?? TT ese hombre es definitivamente mi tipo ♥__♥
ResponderEliminarOh!! esa escena de la niñera y Maxito ¡¡Espectacular!! me hiciste emocionar :D a ver comoo sigue todo :D