jueves, octubre 17, 2013

APRENDIENDO A AMARTE Capítulo 12.

-Señora jueza; considerando todas las pruebas aquí presentadas, es que vengo a solicitar la libertad provisional para mi representada ya que, como pudo darse cuenta, no representa peligro para la sociedad.

-Señor Fiscal, su turno - dijo la jueza, sin levantar la mirada.

-Señora jueza, como bien dice el abogado de la acusada, las pruebas son concluyentes. Ella, efectivamente representa un peligro, si no para la sociedad en general si para su pequeño hijo. Quedó demostrado por los testigos que la señora Emma Carrizo no le presta atención ni tampoco le demuestra algún tipo de cariño, dejándolo abandonado a su suerte en reiteradas ocasiones. Además si consideramos los delitos por los que se le acusa...

-Señor fiscal - interrumpió la jueza - estamos aquí para deliberar la libertad provisional de una madre quien,  a pesar de lo que digan terceras personas, cuenta con todo el derecho de visitar a su hijo y estar junto a él.

-Señora jueza - dijo el fiscal - le recuerdo que la señora Carrizo está acusada de asesinato.

-Delito que aun no se comprueba, señor fiscal. -dijo el abogado de Emma

-Señores, silencio. Estoy lista para entregar mi veredicto para ese caso.

Emma, después de tanto fingir un lastimero llanto durante prácticamente todo el tiempo que duró la audiencia, se quedó callada para escuchar con atención.

-Si bien la acusada no cuenta con los méritos suficientes para otorgarle libertad provisional y, viendo que los plazos para su juicio por los delitos que está siendo acusada se acercan, es que esta corte le otorgará dicho beneficio con firma semanal, Esto lo determino para que pueda visitar a su hijo en casa de la familia que en estos momentos tiene su custodia. Estas visitas serán vigiladas y el niño no podrá salir de la casa que lo cobija.

Demás está decir que no tiene permiso para salir de la ciudad y menos del país - Finalizó diciendo la jueza.

Emma miró atónita a su abogado. De no haber estado esposada lo hubiera estrangulado.
-¡Me juraste que tendría una libertad más amplia! - le susurró al oído antes de ser sacada del tribunal.
-Tranquila. No pude hacer más. Agradece que la jueza tuvo piedad - le respondió el abogado mientras guardaba sus papeles en un maletín sin mirarla a la cara.

Consuelo corrió hasta el cuartel donde tenían detenido a Max. Rosario iba con ella. Lograron convencer a los guardias y le permitieron verle por unos momentos.

-¡Consuelo, mi amor! - Exclamó Max al verla. La abrazó con fuerza para luego besarla con ternura, acariciando sus mejillas y sus labios. Rosario no entendía porque su corazón y su cuerpo no supieron responderle como siempre lo había soñado cada vez que imaginaba volver a verlo y a tenerlo tan cerca.

-¡Consuelo, al fin te tengo junto a mi! - dijo él aferrándola a su cuerpo
-Max, dime por favor que está pasando. ¿Por qué estás aquí?
-No lo se, mi vida, no lo se. No me han dicho nada. Seguro se trata de un malentendido. Ya verás que todo se soluciona pronto.
-Pero Max, ¡no parece ser un mal entendido!. Allá afuera logré que me dijeran que estabas metido en un lío de drogas. ¡Dime por favor que no es verdad!.
-¡¡Claro que no es cierto!!. ¡Tu me conoces!
-Creía conocerte - dijo Consuelo con voz baja y mirando el piso.
-¿Qué dices? -preguntó Max asustado tomándola por los brazos
-No importa. Solo pensaba en voz alta. No me hagas caso - dijo riendo Consuelo tratando que no se notara su frustración y rabia contenida por tanto tiempo. 

En su mente resonaron las palabras de Alejandro "..Te dejó por otra... No le importó nada y te abandonó" y no pudo evitar que las lagrimas inundaran su mirada.

-¿Has hablado con alguien acá? - Preguntó Consuelo dándole la espalda e intentando parecer fuerte.
-No, aun no lo he hecho - dijo Max, cabizbajo. Entendió el reproche de Consuelo y prefirió mantenerse callado. No era el momento ni el lugar para explicarle como sucedieron las cosas y pedirle perdón.
-Intentaré hablar con alguien en la embajada. - dijo Consuelo mientras que un guardia ya entraba a la celda a sacarla con fuerza del lugar.
-¡Hey, no es necesaria tanta brusquedad! - exclamó ella.
-Lo siento señorita son ordenes. Debe marcharse de aquí. El detenido será trasladado
-¡Pero tengo derecho a hablar con un abogado!- gritaba Max mientras era sacado de aquella celda para llevarlo a un lugar desconocido.

Consuelo con las manos en la boca, llorando desconsoladamente abrazó a su amiga Rosario quien observaba aquel espectáculo tristemente.

-¡¡Consuelo, Alejandro!! -exclamó Rosario
-¿Qué?, ¿dónde? - Se asustó Consuelo
-¿Que no recuerdas?. Me contaste que aquella noche en el balcón te dijo que era diplomático o algo asi.
-¡Tienes razón!. Lo había olvidado. Tal vez él pueda ayudarlo. Pero.. Ay !La cagué!- dijo Consuelo, agarrandose la cabeza con las dos manos.
-¿Qué dices?- preguntó Rosario
-¡Eché todo a perder! Le dije que no lo amaba y que no volviera a buscarme nunca más. ¡Soy una estúpida!
-¡No seas ridícula!. Llámalo. Seguro que viene - Le dijo Rosario con vehemencia; mientras ambas amigas veían el vehículo en el que transportaban a Max alejarse hacia algún lugar que ellas desconocían.

En los momentos en que Emma estaba en el tribunal, Aida se las ingenió para buscar al alcaide y comentarle lo que había escuchado hacía unas noches atras.

-Si, ya lo se - dijo malhumorado el alcaide golpeando la mesa con su puño
-Al menos el niño estará salvo - exclamó Aida
-No lo sabemos. Me acabo de enterar que le dieron un permiso especial para que visitara a su hijo
-¡Pero como!- exclamó Aida
-¡Esa jueza idiota!. ¡Siempre nos hace lo mismo! - dijo él, sentándose en su sillón preocupado.

Sonó el teléfono, el alcaide corrió a contestar.

-Si, buenas tardes... Ah, si bueno.. buenas noches señor.

Aida se disponía a retirarse de la oficina pero el alcaide la retiene de un brazo y la hace sentarse frente a él.

-Si señor. Estamos al tanto de lo sucedido. Fui yo quien les llamó advirtiéndoles de la situación.... No señor... Efectivamente señor...

Aida lo miraba con sus grandes ojos negros intentando escuchar lo que decían al otro lado de la línea y adivinar de qué se trataba la conversación.

-Lamento muchísimo que no haya podido informarles con mayor anticipación a los hechos. Ese pobre hombre es una victima en todo este caso y su hiji.... Si señor...Estaremos en contacto directo ahora que usted me ha dado su línea privada. Usted ya sabe como ubicarme entonces.... Hasta pronto y gracias.

-¿Me puedo ir ahora? pregunto Aida
-¿No quieres saber quien era?

Aida lo miró aun más extrañada. ¿Por qué la querría hacer partícipe a ella, una simple convicta extranjera, de una conversación que parecía importante?.

-Listo tío, ya está en marcha el plan - dijo Alejandro colgando el teléfono
-Que no me digas tío hombre, que me llamo Hernán - exclamó el duque sonriendo y golpeando la espalda de Alejandro.
-Disculpa "Hernán", es que desde niño siempre te he llamado así. Me cuesta cambiar algunas costumbres jejeje - dijo Alejandro con cierto tono melancólico. Pensaba que ojalá fuera más fácil olvidar y dejar atrás todo su pasado y el dolor que le provocaba el evocar su niñez y su primer y único amor.
-¿Qué te pasa hijo? -preguntó Hernán - Desde que llegaste te he notado como preocupado. ¿Alguna noticia de tu madre?
-Todo está bien en casa Hernan. Sólo estoy cansado.
-¡No le mientas al duque Alejandro! -exclamó Mike desde un rincón del salón - Sabes que tarde o temprano se enterará
-¿De qué debo enterarme? - preguntó enérgico el duque
-Se reencontró con su pasado. -dijo Mike antes de que Alejandro lograra hacerlo callar
-Mike, no sigas por favor su am. Ahora tenemos que trabajar - dijo Alejandro fulminándolo con la mirada
-Si niños, vayan. ¡Luego hablamos eh! - dijo Hernán con tono de preocupación.
-Está todo bien, ti.. perdón, Hernán - dijo Alejandro saliendo del salón para dirigirse hacia la calle acompañado de Mike.

Al bajar las escaleras sonó el teléfono móvil de Alejandro y este se lo quedó mirando petrificado. 
-¿Qué pasa?, ¿por qué no contestas?- dijo Mike
-Es Consuelo - respondió él, con los ojos brillantes y con el corazón en la mano.


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(Escrito 12/10/2010)

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