jueves, enero 23, 2014

SÓLO ABRÁZAME / 3. LA SANACIÓN



Varias semanas habían pasado desde que Sofía y Amir tuvieron aquella primera conversación. Ella sabía que estaba estudiando mucho y yendo al gimnasio a darle de golpes al saco de boxeo.
Su hermano Pedro, le había contado que en su primera clase fue casi como una catarsis para Amir.

- Fue increíble hermanita. Fíjate que comenzó a darle pequeños golpecitos a la bolsa de box mientras yo le decía que se imaginara que era su peor enemigo. El cambio fue radical. Cualquiera sin experiencia no mueve así ese saco ni un milímetro. El hombre tiene mucha fuerza en los puños o mucha rabia acumulada desde hace tiempo.

Sofía escuchaba atenta a Pedro imaginándose la situación y queriendo poder estar ahí para observarlo.

- ¿Y qué días entrena?
- Los lunes y los viernes en la mañana.
-  Ah. Justo los días que tengo turno en la biblioteca.
- Pero también va a veces los sábado bien temprano - dijo Pedro sonriéndose.

Al sábado siguiente Sofía salió detrás de su hermano hacia el gimnasio donde entrenaba Amir. Se escabulló de las miradas de la gente y escondida tras unos bultos esperó paciente para velo entrar.

Cuando él llegó, a Sofía pareció saltarle el corazón y pensó que incluso podrían haber escuchado sus fuertes latidos.

Amir desnudó su cuerpo de la cintura hacia arriba, se puso los guantes de box y comenzó a golpear aquel saco.

Sofía seguía con la mirada cada uno de los movimientos que él hacía. A los ojos de ella, Amir tenía un bello cuerpo. Desde ese punto podía distinguir un poco mejor todas las características en las que no había reparado con anterioridad y que de alguna manera habían llamado su atención.

Su tez era muy morena, lo que hacía resaltar aún más sus oscuros ojos verdes que se escondían tras una tupidas y largas pestañas. Eso era lo que había llamado su atención la primera vez que lo vio. Ahora recordaba la sensación de estremecimiento que tuvo al verlo. La misma que estaba sintiendo en ese momento, cuando lo tenía tan cerca que casi podría llegar a sentir su piel, su calor y su aroma.

Cuando se pudo dar cuenta de que desde donde estaba escondida podría ser descubierta con alguna facilidad, tuvo miedo y quiso salir corriendo del lugar. Pero al huir tropezó y cayó muy fuerte golpeándose una de sus rodillas.

Todos en el gimnasio se dieron cuenta del ruido y fueron a mirar.

Ahí estaba Sofía, bochornosamente tirada en el suelo abrazando su rodilla golpeada.

- ¿Pero qué haces aquí?- dijo Pedro.
- Vine a verte porque... ehhhh, se te quedaron unas cosas en la casa.- Pedro entendió y le siguió el juego a su hermana mientras Amir se acercaba a ella y la tomaba en sus brazos para subirla a una camilla que había ahí cerca.

- ¿Estás bien? ¿te rompiste algo? - Preguntó él
- No, gracias, sólo fue un duro golpe. Nada serio. Y..... ya me iba, solo vine a dejarle unas cosas a mi hermano.
- ¿Quieres que te acompañe? ¿puedes caminar?
- Sí, creo que puedo. Déjame ver.

Sofia se puso de pie y de inmediato se lamentó por el golpe recibido.

- Vamos. Es mejor que te apoyes sobre mi espalda.Yo te llevo hasta tu casa.

Amir se agachó delante de ella y la animó a que subiera sobre su espalda. Ella titubeó por unos segundos, pero luego se animó a subir aferrándose fuertemente de su cuello y cruzando sus piernas alrededor de su cintura.

-Ok. Gracias - dijo, esbozando una tímida sonrisa, sintiendo el calor de Amir traspasando sus ropas hasta llegar a su piel.
- Pedro yo la dejo en tu casa ¿está bien?
- Ok.. ¡Confio en tí!

Amir caminaba lento. Sofía no pesaba mucho para sus fuertes brazos; era sólo que quería disfrutar de aquel momento. Jamas nunca antes había sentido el cuerpo de una mujer tan cerca del suyo. Nunca antes había sido abrazado como lo estaba siendo en aquellos preciosos momentos.

Ni su propia madre le había brindado una sola muestra de cariño ni de afecto y ahora, ese instante para él se convertía en algo mágico.

Tragó saliva cuando su cuerpo se enteró de que aquellos pequeños bultos que sentía sobre su espalda eran, con toda seguridad, los pechos de Sofía. Al percatarse al fin de aquello, apuró la marcha. Sus pensamientos se volvieron un poco locos y en lo único que pensaba era en llegar pronto hasta su auto para alejarse de aquella sensación que lo había comenzado a agobiar.

Una vez en el auto, ninguno de los dos emitía palabra. Hasta que Sofía rompió el hielo.

- ¿Por qué te llamas Amir?
- porque mi papá era árabe
- ¿En serio? 
- Sí, al menos eso me ha contado mi madre.
- ¿y por qué "era"?
- Él murió...
- ¿Lo conociste?. ¿Cómo era?
- No. Nunca lo he visto
- ¿Ni en fotos?
- No

Sofía entendió que no debía seguir preguntando por ese padre ausente a quien imaginó muy guapo, como veía que era su hijo.

- Ahh... Y tu madre.. ¿vives con ella?
- Mmm. Pero es como si viviera sólo. Nunca está. Siempre anda viajando. Hace poco que llegó de uno de sus viajes. pero ya se fue nuevamente... con Miranda.
- ¿Con Miranda?
- Si. Se fueron de compras
- ¿Para lo de tu compromiso?
- Eso creo.
- ¿Y te vas a casar?

Un largo silencio se hizo luego de aquella pregunta.

-... Llegamos - dijo, estacionando su pequeño automóvil en la entrada de la casa de Sofía y bajándose rápidamente para ir a abrirle la puerta y ayudarla a bajar.

A Sofía ya no le dolía tanto la rodilla pero de todas formas se quejó para que Amir le ofreciera sus brazos  nuevamente para llevarla hasta dentro de la casa.

- No me respondiste. ¿Te casarás con esa loca? ¿ No están demasiado jóvenes para eso?
- Sofía, debo agradecer tu ayuda y la de tu hermano. Mi vida ha sido tan distinta desde que ustedes llegaron
- No me contestaste aun.
- Es que tu no sabes
- ¿Qué es lo que no se? dime

Sofía se acercó demasiado a Amir. Él la miró con dulzura comenzando a respirar muy agitado.

El ambiente se llenó de una energía extraña. Amir no lograba despegar su mirada de aquellos ojos y esa boca que lo invitaba a entregar su alma.

Amir se acercó un poco más a ella. Sus manos,  que antes pesaban una tonelada, lograron desprenderse del miedo y comenzaron a subir hasta tomar el rostro de ella. Acarició sus cabellos para luego besar su frente. Ambos sintieron el estremecimiento y comenzaron a tener sensaciones y emociones que nunca habían  imaginado que podrían existir

Sofía acercó su boca a la de él cerrando los ojos para que nada interrumpa aquel maravillosos momento. Pero Amir esquivó ese beso y en cambio, la abrazó fuertemente. 

- Sólo abrázame por favor - dijo susurrándole al oído a punto de descontrolarse
- ¿Estás bien?
- Si, si. Es solo que.....debo irme

Amir sentía que debía alejarse de ella para protegerla de él mismo y de toda su inmundicia. Sofía pronto reaccionó saliendo tras él.

Al salir lo encontró con la cabeza pegada en el volante. Sofía subió al auto. Amir la miró con los ojos rojos .

- ¡Ayúdame por favor!. Ya no puedo más con todo esto.

Sofía lo abrazó fuertemente.

- No sabía que un abrazo podía sentirse tan perfecto - dijo Amir sonriendo
- Cuéntame. Para poder ayudarte necesito que me digas qué sucede. 

Ambos volvieron dentro de la casa. Amir se acomodó en el sofá junto a Sofía tomando su mano con algo de inseguridad.

-Mi madre nunca me ha querido ¿sabes?. Soy un hijo no deseado. Toda la vida me ha hecho daño. La historia que te conté de mi padre, es falsa. Es lo que ella me contó cuando tuve edad para preguntar por él. Peo yo se que él no murió. Está vivo. Sólo que no se donde puede estar.

Sofía no podía creer que una madre no pudiera querer a un hijo. Ella creció con tanto amor y atenciones que le era casi imposible entender como se podría sentir Amir. Además, se lo imaginó siendo un niño tan adorable que sólo pudo pensar en que aquella horrible mujer no podía ser si no que algo peor que la bruja más mala de todos los cuentos de su infancia.

- Mi madre fue abandonada por él y quiso deshacerse de mi cuando se enteró que me esperaba. Pero no pudo. No se qué extraño acontecimiento hizo que todo lo que tomó no hiciera efecto y muy a pesar suyo, nací. Ella ha volcado toda su rabia y su odio contra mi. Ya no tengo fuerzas para seguir soportando esto.

Amir respiró profundo. Sintió que su corazón se aceleraba por lo que aún tenía que confesarle a ella, pero continuó su relato.

-Ella bebe ¿sabes? Bebe mucho y cuando lo hace, me golpea. Eso ha sido así desde que tengo uso de razón.

Sofia no podía creer lo que estaba escuchando.

- ¡Pero cómo!
- Espera. aun hay algo más
- ¿Qué puede ser peor que lo que me acabas de contar?
- Ya estoy aquí, ya comencé a hablar. Debo terminar.
- Si no quieres, no tienes por qué hacerlo. Yo entiendo.

Pero Amir continuó.

- Cuando tenía 15 años, mi madre llevó a Miranda hasta mi habitación diciendo que ya era hora que me hiciera hombre y me obligó a tener sexo con ella. Como me rehusé; entre las dos me ataron a la cama y me dieron de beber mucho alcohol mezclado con algo más. Nunca supe qué.
Lo único que recuerdo luego, es que desperté bañado en sangre y que me llevaban de urgencia a la clínica.
Mi madre estaba completamente borracha y Miranda no aparecía por ningún lado.

- ¿Te hirieron en algún lado? - exclamó Sofía asustada, tocando su pecho instintivamente.
- No. Eso fue lo más extraño. No era mi sangre la que estaba por casi todos lados.
- ¿Y entonces?
- La policía hizo preguntas pero yo ni mi madre supimos qué decir. Al final, los contactos de ella hicieron que todo quedara en nada. Desde esa fecha hasta hoy Miranda me tortura diciendo que yo me comporté como una bestia y que le hice mucho daño.

- ¿Por eso dejas que te golpee?

Amir no respondió

- ¿Y lo hiciste? ¿Le hiciste daño a esa chica?
- ¡No lo se! No recuerdo nada de aquella vez. Tengo sólo imágenes difusas. Un cuchillo. ¡No se!. Sólo se  que yo jamás me habría acercado a ella. Me provoca sólo repulsión y no puedo evitar odiarla.
- Esa palabra es tan... tan terrible Amir.

Sofía sintió que su corazón se congelaba. Ella no concebía odiar a las personas. Podrían no ser agradables para ella y con eso bastaba para simplemente evitarlas. Pero de ahí al sentimiento más dañino que existe según su percepción; le costaba imaginar que alguien pudiera albergar tal emoción y menos Amir.

- Entre ella y mi madre amenazaron con acusarme de violación si no accedía tranquilamente y sin reclamar al asunto del matrimonio y a la firma de unos misteriosos papeles.

Sofia no decía nada. Se había levantado del sofá y miraba por la ventana. Afuera había comenzado nuevamente a llover.

- Sofia no quiero hacerte daño
- Amir, necesitas que te vea un psiquiatra. Con todo lo que me has contado no se como no has parado en un hospital para enfermos mentales. Ese par te cagó la vida
- ¿Eso quiere decir que crees en mi?
-  Me basta ver tus ojos para saber quien eres.

Amir estaba muy emocionado. Nunca pensó que al quitarse parte del peso de su historia de encima, se sentiría tan aliviado y comprendido.

- Pero mi destino está en las manos de ellas.- pensó en voz alta
- ¿Cuando vuelve el par de locas?

Amir se atrevió a sonreír y la miró con dulzura

- Como en un mes más creo
- Tenemos tiempo. Necesitas una terapia urgente, no te preocupes, no estás solo. También buscaremos a tu padre. Si está vivo, lo encontraremos.

Amir abrazó con fuerza a Sofía. Sentía que con ella a su lado no volvería a sentirse solo y lleno de miedo nunca más.

- Pero, dime algo. ¿Por qué nunca habías pedido ayuda antes?
- Mi madre dice que es mi destino. Que estoy maldito y que debo aceptarlo sin alegar
- Estás de verdad muy herido
- Por favor no me tengas lástima
- No es eso lo que siento precisamente Amir -  Pensó Sofía, mirándolo fijamente y ahogando el dolor que sentía en su garganta.
- Confía en mi - dijo ella, besando su mejilla.



(Escrito el 07/04/2010)
Continuará

1 comentario:

  1. Mi querida amiga he pasado a conocerte y a agradecerte tu visita en mi mundo de reflejos.
    Prometo visitarte y leerte completa !

    un abrazo muy fuerte y Exito eres exclente escritora!
    ;-)

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