¡Qué me hizo esta mina!
¡No me la logro sacar de la cabeza!
No es el tipo de mujer que
a mí me gusta por ningún lado. ¡¡Tantas curvas!!.
Lo que sí debo reconocer
que es muy inteligente, y tal vez sea eso lo que me atrae de ella. No logro
concentrarme en mi trabajo, ni cuando conduzco. Y en la ducha… Ay en la ducha…
No sé qué me pasa cuando
la miro. Su manera de sonreír, de caminar, de mirarme... ¡esos escotes!
El lunes la observé cuando
llegaba a trabajar. No pude quitar mis ojos de ella.
Era como un imán que
tiraba de mí casi sin control.
En un momento ya no podía
más, no lograba concentrarme. Me levanté de mi asiento y me dirigí hacia su
oficina. Estaba lleno. La rodeaban sus amigas. Me sentí tan ridículo que no
pude acercarme a ella y preferí volver sobre mis pasos.
Pero más tarde la seguí,
me escondí tras una puerta y cuando pasaba por ahí hice que tropezara conmigo.
La tuve ahí, tan, tan cerca de mí. No sé que me está pasando. ¡Yo no era así! Y
lo peor es que no puedo comentar esto con nadie que me conoce. Mi imagen se
iría a la cresta.
Además está la Pía. ¡Qué
hago! No logro quitármela de la cabeza. Esta mujer me tiene embrujado.
El solo hecho de tenerla
tan cerca me provocó una erección. Cosa que no me sucedía desde que era un púber.
Tuve que volar al baño para mojarme con agua helada y se me pasara esta weá.
¡Espero que nadie se haya dado cuenta! ¡Menos ella!
Cuando llegué a mi
apartamento me esperaba la Pía. Ella es preciosa, como una muñeca. Todos en
nuestro grupo social nos dicen que nos parecemos al Kent y a la Barbie. Yo me
río pero me hincha las pelotas la comparación estúpida que hacen. Como si
fuéramos dos muñequitos tontos y frívolos. Vacíos.
Venía tan caliente todavía
por todo lo que me había pasado ese día que me tiré a la Pía como un loco
descontrolado. Ella no entendía nada pero se dejó llevar sin decir nada.
La agarré por las caderas
y comencé a besarle la nuca, el cuello, la boca. La tiré contra la pared y
levanté sus brazos para tenerla a mi merced. Le desgarré la blusa y comencé a
morder y a chupar sus pechos. Metí mano bajo su falda hasta llegar a su sexo.
Creo que nunca había sido así con ella ni con nadie.
Al terminar, la Pía me
hablaba y me hablaba y me hablaba:
-¡Félix! ¿Qué te ha pasado
mi vida?, ¡nunca te había visto así! ¡Estuviste fabuloso! ¿Cierto que fue mi
nueva faldita de Oscar de la Renta la que tentó?. Eso me dijeron en la tienda,
que mataría con ella. ¿Y te fijaste en la nueva blusa? ¡Que te ibas a fijar si
me la sacaste a tirones! ¡La rompiste Félix! Tendré que comprarme otra. Era
exclusiva de Armani – y bla, bla, bla.
Yo la miraba sin poder
dejar de sentirme culpable. Todo el tiempo sólo pensaba en la Doris. Era ese
cuerpo y esa piel la que quería tener entre mis manos. Muero por besar esa boca
y acariciar sus pechos, sus cabellos. ¡Como deseaba que fuese ella la que
estuviera ahí a mi lado, en mi cama, en ese momento! calladita
Me estoy volviendo loco.
Uy, uy, si que le dio fuerte a Felix!!
ResponderEliminarYa verás cuando lo sepa Doris, que ganas de verle la cara de asombro!!
Por que estos en algún momento saldrán por alguna parte no??? Que sea pronto!!
La Pía me cae ya como... una pía, jeje.
Cada día mejor Sandra. Me encantan tus diarios!!!
Besos